Este es el color Marsala. el elegido por Pantone para ser color del año (2015). A mí, personalmente, no me acaba de convencer, pero como dicen, para gustos los colores 😉
Para aquel que quiera saber tiene un 25% de cyan, un 77% de magenta, un 64% de amarillo y un 11% de negro.
Y es que no saben que inventar para promocionar sus productos…
Y es que nuestros compañeros de El Mundo celebrando que hoy se conmemora el 25 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, han decidido cambiar su cabecera. Una buena parte de la imagen gráfica del periódico de hoy ha sido realizado por un puñado de niños. Pertrechados con ceras, rotuladores, lápices de colores y un porrón de imaginación han reinterpretado la seria cabecera de este rotativo.
La verdad es que el resultado les ha quedado redondo. Iniciativas como esta dan un punto de frescura que se agradecen en soportes «tan viejunos» (sic).
Hoy toca edición especial de «Viendo Pasar gente». Pero en esta ocasión no son personas lo que pasan por delante de la cámara sino asfalto y alguna que otra nube.
Realizar un trayecto corto en avión puede suponer estar más tiempo en tierra que en el aire. Las enormes dimensiones de los aeropuertos modernos hace que llegar desde el sitio desde donde se embarca en el avión hasta donde realmente se despega se convierta en una aventura.
El vídeo que acompaña a esta entrada, y para la que utilicé la aplicación Hyperlapse, está grabada a una velocidad seis veces superior a la normal (disculpen sus defectos). Si tenemos en cuenta que la grabación dura 4 minutos y 34 segundos y que el avión se pasa escasamente un minuto en el aire, tenemos que dando vueltas por Barajas-Adolfo Suárez y el aeropuerto de llegada se pasa la friolera de 21 minutos. Como el vuelo sea relativamente corto está más tiempo en tierra que volando. Y todo ello sin contar con el embarque y desembarque. Vamos que un viaje de un par o tres de horas se convierte en echar toda la mañana y parte de la tarde.
La verdad es que tampoco tengo ni idea de cómo se puede solucionar este problema. Pero para distancias muy cortas (pongamos un Madrid-Barcelona) el tren, concretamente el AVE, empieza a comerle la tostada preocupantemente (para los gestores de aerolíneas). Que aunque el trayecto en sí en tren dure dos horas y media compensa lo que ahorras en esperas, controles de seguridad y desplazamientos al aeropuerto.
Sé que es una soberana tontería pero siempre me jorobaba todo ese tiempo que perdía el avión dando tumbos por las pistas…
Por cierto @Wicho, ¿adivinas en qué aeropuerto europeo aterrizamos?
Antes de comentarlo, me gustaría que viéseis este videoclip. Se llama «Save me» y es de la cantante camerunesa Irma. Se recomienda verlo a pantalla completa.
Una vez visto, seguro que habéis reparado en un pequeño detalle: los casi cuatro minutos que dura la canción han sido rodados en una única toma sin ningún efecto de edición posterior y utilizando únicamente unos proyectores y unos focos.
No hace falta grandes efectos especiales, localizaciones espectaculares o costosos escenarios para conseguir impactar en el espectador. Basta una buena idea, tres paredes blancas y gente con ganas de intentarlo para que los resultados sean cuanto menos sorprendentes. Y en este caso, espectaculares.
Seguro que mi amiga Sonia Blanco ya lo ha visto y ha tomado buena nota para a sus alumnos.
Se trata pues de disfrutar, de aprender o de aprender disfrutando de lo que se puede hacer utilizando el procesador más potente que nos ha dado la naturaleza: la imaginación.
Sí, ya sé que puede ser Cuenca, Valladolid o Córdoba, pero no, es Lisboa y es que en pleno mes de agosto los lugareños, en este caso, los lisboetas luchan por abrirse paso entre las hordas de turistas ávidos de engullir castillos, iglesias y tiendas de souvenirs como si no hubiera mañana.
La cámara estaba situada en la Praça Figueira a pocos metros de la céntrica Plaza del Rossio (formalmente Plaza de Pedro IV), donde escasamente tres meses antes, los madrididstas nos juntamos para animar al equipo antes de la final de la Copa de Europa (que por cierto, ganamos 😉 ). Como contrapunto, minutos después nos sentamos a desayunar allí mismo y nos metieron un clavo en el café del que todavía nos estamos reponiendo.
La verdad es que si se quiere visitar una ciudad en escasos cuatro días no puedes hacerlo en agosto. Tanto calor, tantas chancletas, tanta mochila y guías, tantas colas y tanta gente fea intentando ser originales hace que la experiencia resulta imcompleta además de muy frustrante.
Oxford Street, 11 de la mañana. Aunque no lo parezca es Londres. Fue durante uno de los pocos dias que lució el sol con fuerza en el mes de mayo. Y claro, en cuanto ven un rayo de sol, los londinenses aprovechan para enseñar cacha. Aunque junto a ellos se puede ver a gente abrigada hasta las cejas. Nunca llueve a gusto de todos…
Gente de muchas nacionalidades y culturas diferentes atraviesan diariamente esta calle y mezclan las últimas tendencias del mundo de la moda con los vestuarios más rancios y feos que se pueden ver por el mundo (¿dónde se habrá metido la famosa elegancia inglesa?)
Curiosamente, el edificio que está en la otra acera es Selfridges & Co. los grandes almacenes que ahora está tan de moda en España por la emisión de una serie sobre su nacimiento y la vida de su fundador.
Así pues, la capital de los británicos es la nueva ciudad en la que se fija la cámara fija (valga la redundancia) de Chiquiworld. Se une así a Nueva York, Madrid, Roma, Kabul, Kyoto, Hong Kong y Pekín «agraciadas» con este «honor».
Afortunadamente, no todo esta disponible en la Apple Store.
Porque no hay aplicaciones para ver el campo, practicar ejercicio a la orilla del río o ver jugar a los niños con la arena (todavía). Los autores de esta acción urbana son Caio Andrade, Rafael Ochoa y Linn Livijyn que están llenando las calles con esta pegatinas.
Madrid, principios de 2006. Los zapatófonos son ya una realidad en nuestras vidas. Moviline, Movistar y Airtel se pelean por hacer que estemos localizados 25 horas al día (encima costándonos un riñón). Pero el asunto es que todavía los terminales son cacharros tontos. Solamente sirven para hacer y recibir llamadas y la voz es la única manera de comunicarse. Nada más (y nada menos).
Pero como todo en esta vida, la tecnología y los terminales evolucionan y menos hablar de la manera tradicional, hacemos de todo con ellos. Los smartphones se convierten en los nuevos Dioses terrenales. Mucha gente necesita consultar imperiosamente su Twitter, su Facebook o el Whatsapp de forma compulsiva. Además, cuando estás con ellos no pasa un minuto sin mirar su teléfono por si alguien le ha mencionado en Twitter o ha cambiado su estado en Pinterest.
Muchas veces te encuentras con personas que no tienen casi ni para comer pero pilotan un teléfono «ultrahigh64Mgpx de 5′ con pantalla cornea» de ultimísima generación de 600 o 700 euros y lo ven como lo más normal del mundo. «Es que con el plan «puturrú de fuá» casi te le regalan y con el Guasap me ahorro una pasta», explican.
Y os preguntaréis, ¿a qué viene todo este rollo?
Viene a que antes sabías jerarquizar tus amistades. Viene a que antes compartías todo con tus amigos, tomabas cervezas con tus amiguetes y eras amable y servicial con tus conocidos. Solo a eso.
Esto es, que antes tenías amigos, amiguetes y conocidos. Ahora todo se ha horizontalizado y en las redes sociales todos son amigos. Está al mismo nivel tu amigo del alma que ese tipo que viste un día y era amigo de un conocido y que por no hacerle un feo le agregaste en Facebook. Desgraciadamente, se dedica el mismo tiempo a uno que a otro.
Eso hace que la calidad de tus amistades se dañe y tener que atender del mismo modo a todos tus seguidores sea una tarea inabarcable, resintiéndose claramente las amistades del mundo real, las que has de hacer un esfuerzo por quedar, salir a la calle y saber de ellas. Diversificar esfuerzos entre tantos contactos es realmente agotador.
Ahora, de esos amigos que han hecho de las redes sociales su religión, ya solo sabes de ellos por Facebook, ves como van cambiando por sus selfies en Instagram, te enteras donde trabajan por LinkedIn y sabes por donde se mueven por su actividad en FourSquare. Además, sus blogs son notarios de sus secretos más íntimos. Eso si, no se les pasa ni uno de tus cumpleaños. De vez en cuando dan un «Me gusta» en alguna de tus actualizaciones del Caralibro y retuitean algún comentario y parece que con eso ya han cumplido durante un período de tiempo más que prudencial.
Lo que no se dan cuenta este tipo de gente es que cuando todo va bien y no hay problemas todo el mundo es güeno, pero cuando sufran enfermedades del mundo real como la Tuiteritis, la Facebokondrosis degenerativa o un simple esguince, los que les van a llevar al hospital y van a cuidar de ellos no son sus cientos o miles de followers en el mundo virtual, si no la gente que les sufre y goza con ellos todos los días, con la que se roza, con la que le quiere y a la que quiere y discute: la gente real. Tengan o no tenga 4G o tarifa plana de datos.
Mal negocio ganar en la vida virtual lo que se pierde en la real
Debe ser que me he vuelto un cascarrabias como Sophia y gruño por todo…
Si me preguntaran como sería una cámara de fotos inspirada en la mítica Vespa no tendría dudas. Sería la creada por Rotimi Solola & Cait Miklasz.
Entre sus multiples detalles inclye una pantalla táctil de 3,3 pulgadas, un flash escamoteable, un botón de disparador prácticamente enrasado, el objetivo intercambiable y bla, bla, bla… Detalles sin importancia de un objeto en lo que realmente destaca es en la belleza de su diseño.
No tengo ni idea si finalmente se comercializará, el precio que tendrá ni los megapixeles que dara su objetivo, pero si puedo me lo compraré.
Bonita es un rato y si encima funciona, miel sobre hojuelas.