Hace unos días, Chiquiworld cumplió once (¡11!) años. añitos o añazos. Aunque con cada vez menos género, seguimos al pie del cañón intentando que lo que seguimos ofreciendo siga siendo de calidad. Si antes eran las grandes superficies las que nos hacían la vida imposible, ahora son los puestos de comida rápida (Twitter, Facebook y compañia) los que prefieren los clientes, dejando los blogs solo para los asiduos y los nostálgicos.
Aún así, seguiremos empeñados en seguir trayendo hasta esta vieja bitácora de barrio los mejores contenidos que podamos y la más personalizada atención posible para todo aquel que por aquí se pase.
Solamente era eso. Me he acordado que este querido lugar en el cibermundo cumplía años.
¿Quién de mi época no bailó una canción suya?, o ¿quién de mi época no se enamoró o desenamoró con una canción suya? Junto a mi inseparable Whitney Houston y algún otro más, fue el protagonista principal de la banda sonora de nuestras primeras aventuras con la vida.
Para los altos, para los bajos, para los humildes, para los egocéntricos, para los reunidos, para los que no, para los delgados, para los gorditos, para ti, para mí, para nosotros, para vosotros, para ellos, para la neutralidad, para los que tuitean, para los que no, para las «guapis», para los feos, para los drones, para los jedis, para los acompañados, para los solitarios, para los wookies, para los pokemonistas, para los que descargan, para los que no, para los «influencers», para los consumidores, para los youtubers, para los conectados, para los analógicos, para los emprendedores y para TODOS
¿Alguien en la sala para recordar que hasta hace nada en España había sólo dos canales, dos rombos, la tele empezaba casi a la hora de comer y se acababa antes de las doce de la noche con el himno nacional y una carta de ajuste con un pitidito agudo inaguantable?
Me acuerdo de esto porque ojeando periódicos antiguos, muy antiguos, aparte de darme cuenta de lo viejuno que soy, me reencontré con una de mis series favoritas de todos los tiempos: Tensión (su título original era Thriller). Ni Lost, ni Juego de Tronos ni paparruchas de esas. Esta produción de la británica ATV, que tuvo seis temporadas y 42 episodios, mantuvo en vilo a media generación (la otra media estaba enganchada a los cómics).
Seguro que si la volviera a ver ya no sería como cuando la noche de los miércoles a las diez de la noche me ponía detrás de la puerta del salón a verla sin que mis padres me vieran y no me obligaran a irme a la cama. Por eso, no volveré a verla y me quedaré con el recuerdo, no se me vaya a caer otro mito…
Para todos aquellos valientes que quieran revisitarla, en Youtube hay muchos capítulos de la serie (fueron los emitidos en México y por eso se llaman «Misterio en su casa»)
Ya sólo la presentación asustaba: oír esa música perturbadora viendo imágenes a través de un ojo de pez no intuía nada bueno. Desgraciadamente, ya no recuerdo ninguna trama, pero siempre se me quedará en la memoria esa sensación de miedo y desazón que tenía al irme a la cama.
Recuerdo que lo que me gustaba de esta serie es que nunca recurría al miedo fácil de monstruos, extraterrestes, fantasmas o vampiros. El miedo era real. Te podía pasar a ti en cualquier momento.
Estaba deseando que no pasara el tiempo entre que terminaba la serie y mis padres apagaban la tele, se iban a la cama y apagaban la luz. Esa «miaja» de tiempo era el que yo utilizaba para dormirme. Si no lo conseguía, sabía que iba a ser una noche toledana.
Pues eso, que lo he visto y me ha venido a mi memoria un trozo de mi infancia.
Imaginaos la escena. Viaje romántico. Billetes reservados hace varios meses. Destino: Venecia. Un vaporetto os deja cerca del Puente de Rialto (hasta hace poco en obras), a pocos metros de vuestro decadente pero glamouroso hotel. Os vestís las mejores galas ya que al anochecer un orondo gondolero os estará esperando para daros una inolvidable vuelta por el Gran Canal a ritmo de «O Sole Mio«.
El atento portero del hotel os abre la puerta donde presuntamente estará el susodicho gondolero ataviado con camiseta de franjas azules y un Canotier a juego para comenzar un paseo inolvidable…
Pero en ese momento la realidad os devuelve a la tierra y dónde debía estar George Clooney con camiseta a rayas encontráis con un señor hablando por teléfono móvil
Aceptando la cruda realidad y conformándoos con lo que os ha tocado, decidís que esa «pequeña» desilusión nos os va a chafar el paseo en góndola.
El problema es que según va transcurriendo, el paseo se va convirtiendo en un viaje al mismo centro de México D .F. en hora punta… Véase vídeo superior. El canal parece un charco, el número de góndolas por metro cuadrado es agobiante, los palos-selfie van golpeándote en la cabeza cada tres metros, la música, si es que hay música, sale de un radiocasette forrado en plástico para que no se estropee con el agua y como te descuides, la embarcación te la llenan con cuatro personas más (casi siempre de nacionalidad china) para «amortizar gastos de viaje».
Así, lo que iba a ser un romántico e inolvidable viaje por la capital del Veneto acaba siendo «Pesadilla antes de Xxxxx» (rellénese lo que proceda).
Venecia es preciosa, merece la pena totalmente, pero la idílica visión romántica que teníamos de ella ha desaparecido. Cruceros abarrotados de personas que tienen que ver la ciudad entera en pocas horas, turistas (como yo) por todas partes, puestos de souvenirs y otras lindezas han convertido lo que era una experiencia inolvidable en un parque temático con todo tipo de atracciones. Aún así merece la pena.
Para muestra un botón. Intente encontrar en el vídeo inferior grabado en la Riva degli Schiavoni a alguna persona que remotamente se asemeje a un veneciano. Si lo logra, déjeme un comentario. Gracias de nada.
Así pues, Venecia y sus góndolas pasan a formar parte de ChiquiPlanet (club de las ciudades visitadas por Chiquiworld en su World Tour con cámara en ristre). Se une a Estambul, Berlín, París, Lisboa, Londres, Nueva York, Madrid, Roma, Kabul, Kyoto, Hong Kong y Pekín, como escala en esta vuelta al mundo de lo más personal.
¿Qué pasaría si la Estrella de la Muerte no hubiera sido destruida por Luke Skywalker tal y como nos han contado hasta ahora? ¿Estaría Darth Vader detrás de una conspiración para derrocar al Emperador y hacerse él con el mando de las filas imperiales?
Uno de los grandes hitos de la reciente historia galáctica puesto en tela de juicio por los mismos Startroopers que fueron protagonistas de este momento histórico.
Un misterio aún sin resolver. Le preguntaré a Iker Jiménez…
Algo que muchos no han visto y que ya solamente lo podremos ver a través de Youtube: una imprenta de Gutenberg funcionando. La última imprenta funcional de este tipo que existe todavía. Está en el estado norteamericano de Utah, concretamente en el Crandall Historical Printing Museum.
Aunque el impresor hable en inglés sobran las palabras para entender cómo funcionaban estas tipo de máquinas realmente revolucionarias para su época (siglo XV).
Es una delicia apreciar el trabajo artesanal de cómo se hacían libros antes de la llegada de la linotipia, los ordenadores y todas esas zarandajas.
Para los amantes, como yo, de la caligrafía, tipografía, escritura y demás especialidades aledañas que tengan algo que ver con el papel y la tinta, la cuenta en Instagram de King Blotto III (también se pueden ver en Facebook) les enamorará.
Es una maravilla ver como desde la nada consigue que cada trazo tenga vida propia y que el conjunto tenga tanta armonía. La maestría utilizando las diferentes plumas y plumillas es absoluta. Hasta la tinta que se libera de la punta de la pluma sabe donde tiene que colocarse.
Incluso el sonido que hace la pluma resbalando sobre el papel rugoso es también sugerente.