Archivos de la categoría ‘Tormento’
Publicado por Tormento el 20 de septiembre de 2009
Sé que me va a caer la del pulpo, que me la voy a cargar por atreverme de nuevo a decir lo que pienso: Tarantino, el rey, está desnudo.
Comprendo que es una cosa muy de tío el quedarse con el chascarrillo concreto, el guiño de ojo de la referencia cinéfila, el diálogo de tipo duro para decírtela frente a un espejo. Pero como soy una petarda de género femenino diré que si todas estas cosas no tienen una razón en la trama, si no valen para algo en la historia, en su desarrollo argumental o visual, no son más que deslabazados ejercicios circenses sin continuidad. ¿De qué me vale que el diálogo en la taberna llena de alemanes tenga mucha tensión si no tiene ningún sentido? ¿Para que crear el personaje del espía británico si es sólo un stunt del director que repite sus machadas y ocurrencias, sin agregar nada, pero nada, a la trama de la película?
Todo el mundo alaba el trabajo de Christoph Waltz en esta Inglourious Basterds. Es que es el único que trabaja en esa película, a pesar de que su personaje del Coronel SS Landa, con ser interesante, tampoco es el mejor nazi de la historia del cine. A lo mejor a los americanos que alguien hable cuatro idiomas les parece impresionante (sobre todo cuando al director le han pillado con un guión lleno de faltas de ortografía), pero tras el doblaje (y si váis, que sea en V.O.) no deja de ser un nazi que se alarga morosamente en las explicaciones de un horror que nunca es tanto.
Tarantino ha sido muy grande. Reservoir Dogs es una película de época, de las que de verdad han cambiado el rumbo de la cinematografía de los últimos años. Pero a Tarantino se le han agotado las ideas: no cuela que nos venda 5 cortos como una película en capítulos.
De verdad, Quentin que no cuela.
Publicado por Tormento el 13 de septiembre de 2009
Mi primera elección era Amazing Grace, pero se me fue la hora mientras preparaba un caldo de verduras sin verduras, pensado para evitar masticar, principio básico del calvario de la dieta yóguica: adelgazas de lo lindo, el hígado se te queda limpito como una patena, pero te entra una mala h… que no se si compensa entrar en aquella falda posibilista que te compraste convencida de que algún día cabrías en ella y respirarias al mismo tiempo.
Pero ¡quien se puede resistir a una falda tubo, larga, de cintura alta y apertura «cola de sirena»! ¡Con lo ponible que es y la mucha falta que te hacía! En fin que ratifico como cierto el slogan de la película: todos llevamos un gordo dentro y simpre andamos haciéndole la vida desgradable a alguien a costa de nuestra gordura interior.
Y aunque le agradezca al director que me haya ahorrado un viaje terapéutico a EEUU (¿quién no se ha sentido Cameron Diez en un país en donde no hay gordos sino paquidermos por doquier?) me cuesta más perdonarle el aburrimiento «semáforo» que me infligió a palo seco en la butaca del cine: unas veces me entretenía y me interesaba, y otras casi que no. No me voy a referir a su única obra anterior, Azuloscurocasinegro, que me interesó bastante más.
En Gordos hay personalidades interesantes pero, en general, bastante mal resueltas que te deja con ganas de que el guionista hubiera sido menos pretencioso abarcando tanto, y hubiera completado mejor a estos personajes que flotan, cual grasa acumulada, entre el efecto «capitoné» de este «flim».
Una lipo no le habría venido mal.
Publicado por Tormento el 6 de septiembre de 2009
Cuando te ha criado una abuela vallisoletana, es improbable que necesites amigas que te endulcen la vida diciendo que ese chico que tanto te gusta pero no te llama, en realidad no lo hace porque no le de la real gana, sino porque es agente del CNI destinado, como becario interrogador, en un programa de intercambio de estudios en cárceles secretas de la CIA y que se va porque te ama profundamente. Ante estas sandeces, mi abuela siempre fue categórica: «si te quiere llamará».
Así que cuando una amiga me dijo, allá por la época en que las hombreras eran elegantes, que su novio militar le confesó que el motivo de partir por largo tiempo era debido a su condición de espía (de verdad que no me lo invento), yo le dije: lo que hace es irse a ver a la novia al pueblo ¡Que es zapador ferroviario, por Dios Bendito!! Y no me equivoqué: me lo refrendó un compañero de armas del susodicho zapador que me estuvo persiguiendo tres años a pesar de verme con la mayor, si no la única, cogorza de mi vida, prueba evidente de que el principio de mi abuela funcionaba.
Gracias a mi santa abuela, sin embargo, mi vida social se fue al garete, porque nunca he podido ser «una buena amiga» esa que aguanta estoicamente presuntas historias de amor del tipo: «solos nos vemos en hoteles, aunque es una castaña en la cama y me sacrifico; dice que me ama, pero vive con una 238 años más joven que él con la que se ha ido de vacaciones mientras yo me he quedado tirada en el torrezno agostil de los madriles ¿tú crees que me quiere, verdad?» – Sí, chata, sí, lo que te quiere es f…
Por eso me ha hecho tanta gracia el principio de Qué les pasa a los hombres, en el que en menos de un minuto se recoge todo el compendio de mentiras que las mujeres se dicen las unas a las otras para no asumir algo tan sencillito y tan complejo a la vez como que alguien no te quiere, no le gustas o le das un sopor que lo matas. Peli, pues, de chicas que pierde gracia casi desde el principio, pero que da para un cineforum de terraza de barrio con ese noviete que ha ido obligao y al que, encima, le tuestas con preguntas a la salida para saber si el también es un cabrón.
Y de regalo, otro dicho de abuela: matrimonio y mortaja, del cielo baja. De gran utilidad entrada en la treintena.
Publicado por Tormento el 30 de agosto de 2009
Todos los japo-adictos tenemos una surtida rechoncha de sucedidos, de cosas curiosas que contar a la vuelta de nuestro viaje de la tierra del sol naciente: que si sorben el ramen y es de buena educación, que si los zapatos llevan un agujero entre los dedos, que si para ahorrar agua hay una grabación de la cadena del water en los cuartos de baño, que si esto que si aquello. Lo normal es tostar la oreja a familiares y amigos, que te escuchan entre hartos y envidiosos. Algunas llegan al extremo de escribirse un blog y abandonarlo como a un hijo inclusero.
Pero lo que pasa de castaño oscuro es hacerte un Mapa de los sonidos de Tokio con estos mimbres y, encima, ir por la vida de intensa intelectual que lo sabe todo de Japón. Por mucho que los publicistas la presenten-se presente como el referente japonico español, la Coixet no pasa de ser una turista monda y lironda, con más dinero y muchísimas más ganas de aburrir que la media de los que hacen-hacemos asco-tours.
Y, por eso, resulta verdaderamente molesto este empeño, en forma de cinta de dos horas, de ser la Sofía Coppola española ¡Vaya pedo hipertrofiado! ¡Vaya pedantería insulsa! Ya sabía que iba ser un tostón, pero al menos, pensé, me daría la oportunidad de quitarme el mono de Tokio, de su parte trasera que tanto me gusta. Pero es que no vale ni como documentalillo de andar por casa. El narrador es un coñazo innecesario por mucho que la directora se empeñe en meterlo a calzador como «un poeta del sonido». La asesina, una sosa llena de pecas (infinítamente mejor como rica sordo-muda en Babel), no llega, por mucho que lo intente Coixet a base de mochis de fresa, a conmoverte ni en su soledad ni en su compañia. ¡Y que decir del personaje del catalán vende-vinos! El clásico occidental egocéntrico que le mola liarse con orientales sumisas ¡tremenda complejidad psicológica la de este tipo! impotable el epílogo barcelonés.
De nuevo, un mensaje para los calentorros/as: las escenas de sexo no valen ni el esfuerzo de buscarlas en la mula, así que ni os molestéis.
Parece que la «autora» amenaza con un libro a partir de esta mierda de guión este mes de septembre. Que me esperen sentados los libreros.
Publicado por Tormento el 23 de agosto de 2009
Tras haber oído cientos de veces, con indignación gafapastil, eso de «yo es que al cine no voy a sufrir!, probé Antichrist y me curé de mi intransigencia cultureta. ¡Gracias Antichrist por hacer de mí carne de Sálvame Deluxe – que tiene nombre de puticlú de carretera, como bien señala el «marica cabrón» de su conductor, en palabras del papi de la Campa-.
Y es que el mes de agosto es lo más parecido a la muerte agónica en una residencia «third age» concertada. Si hay momentos en mi insulsa vida en que me asomo al abismo de la muerte propia, no es el fin de año, sino el mes de agosto, ese mes en que no puedes huir de tu cuerpo caldorro porque el sol inmisericorde te acogota y te resume en una nada sudorosa. En la lucha contra la muerte puedes optar por ir al cine a cultivarte o ver la tele para asilvestrarte; en el medio, la nada representada por las zanjas de Gallardón y los turistas llenos de fe sacando fotos de obras en lo alto de los autobuses.
Si váis a ver Antichrist para ver sexo explícito o gore, os han engañado: cualquier peli del género ofrece más. Así que morbosos y salidos absteneros, no os vaya a pasar como en el chiste de la orgía «organización, organización, que para dos tetas que he tocado me han dado por culo 3 veces».
No os niego que aún estoy decidiendo qué opinar de la peli: tiene un prólogo soberbio, en la línea del mejor Lars von Trier, ese al que se lo perdono «casi» todo, y un tratamiento visual excelente… pero la historia de la poseída o lo que puñetas sea que quiere contar este autor, no me acaba de llegar, de interesar, de conmover.
Así que, para reflexionar, me puse el mencionado programa de interés general y ahora cada vez que hablo, cierro los ojos y digo «mentiendesssss». No sé qué será.
Publicado por Tormento el 16 de agosto de 2009
Mientras unos señores vestidos de «mudanzas urbano» empujan una carroza con ruedines, mi Virgen, la chulapa y retrechera Virgen de la Paloma, sale en procesión rodeada de la retransmisión más surrealista de Telemadrid de los últimos milenios.
– Así que es usted castiza, castiza de pura cepa…
– Ay, sí, hija, aunque se me va el calcio…
– Preguntemos mejor a este bombero tan amable ¿sabe de dónde viene la tradición de que sean los bomberos los que descuelguen el cuadro de la Virgen?
– Ehhhh.. noooo, estoooo… mejor que se lo preguntes al mando…
– [el mando en cuestión] Pues… fue un tema ¿no? de lo que viene siendo la extracción del cuadro, pero hace mucho…
Si no fuera por Enemigos públicos, pensaría que mi vida sería mejor junto a una nevera de plastico en la playa de Benidorm.
En una ciudad que sobrevive con dificultad a un Alcalde topo y a una crisis económica de bigote – por mucho que nuestro gobierno se empeñe en vivir en Oz regalando teles a los que le hacen la pelota- algunos nos quedamos deseando que pase el calor para irnos de vacaciones, disfrutar de lo que queda de calle -que no es mucho- y vivir algún estreno memorable como el de esta hipnótica pelicula. Enemigos… no sólo es de una calidad visual impresionante (que decir de esos encuadres, de ese escena de Depp arrastrando lo que será el cadaver de su amigo en la huida de la cárcel), sino que es una buena película, que ¡vaya pena! se resiente al final. No es larga pero lo parece, y más si te tocan a lado dos adolescentes de rebajas (ellas y sus compras) que deberían haberse quedado en su casa comentando los insultos de la Campa and family dejando a las personas «decentes» ver esta cinta en santo silencio.
Depp está intenso, pero no pasado; Bale, en su tono psico pero contenido; Cotillard, mejor que hubieran elegido a otra, cuesta creer que Dillinger se enamore de semejante loro. Gran historia de ladrones de bancos en medio de los años duros de la Gran Depresión. Ahora, sin duda, tenemos menos glamour.
Publicado por Tormento el 31 de julio de 2009
Como siempre cuando se vive un momento pixar, hay que llegar pronto para ver el corto, y levantarse el último para no perderse los títulos de crédito … siempre y cuando en tu cine más cercano no hayan puesto las sesiones tan seguidas que aparezca una madre decidida y sus multiples hijos, también decididos a no dejarte ver los títulos de crédito.
Leo mi critica de Wall-e y me doy cuenta de que no sólo los chicos de Pixar han perdido facultades. Me gustaría poder decir algo original de Up, pero no se me ocurre gran cosa. Ya me barruntaba que algo no iba bien cuando daban tanto la tabarra los medios de comunicación con esta película. Y así es.
Lo mejor, lo único que hace de Up una obra mencionable, son los 10 primeros minutos de historia, la de Carl, un septuagenario acosado por el ladrillo y el pasado, que también fue niño, tuvo ilusiones, se enamoró y dejó pasar la vida postergando el sueño infantil. Todo lo demás está en el anuncio que resume los momentos estelares del largo. Si andais mal de los nervios, con el resumen vais que chutais. Porque lo demás es la historia sobadísima de viejo gruñon que vuelve a la vida gracias a un niño patoso o repelente, a la que le añades un par de animalitos para darle color infantil, lo que vienen siendo las teteras parlantes de la Disney.
Para septuagenarios gruñones redimidos, mejor Gran Torino.
Publicado por Tormento el 26 de julio de 2009
Como el jefe anda desinhibido (y holgazán como la chaqueta de un guarda, para que vamos a andarnos con pañitos calientes) no hay día en que no entre por la redacción-chiscón llamándome vaga o cosas peores. Esto es lo que tiene la desinhibición y la vuelta a la vida. No hablo ya del acoso sexual, por no hacerle publicidad entre sus múltiples admiradoras… sobre todo ahora que pesa la mitad y se ha hecho tres veces el Camino de Santiago en la «cinta-transportadora» del gimnasio.
La cuestión es que él no escribe y yo tampoco, por aquello de la solidaridad osmótica. Pero parece que la solidaridad se ha acabado: el viernes me dio 20 euros y me dijo «Te vas a cine, te ves dos películas, que vas muy retrasada, y me traes las vueltas que eres muy sisona».
Y me metí, sin anestesia ni unas tristes palomitas, a ver en plan sesión doble, Brüno y Harry Potter y el Príncipe Mestizo. Hacía tiempo que no iba al cine lo que me ayudó a comprender que la gente no sólo deja de ir al cine por una cuestión económica sino por el hartazgo de hacer el canelo. Lo mínimo que se espera de algo que cuesta lo mismo que un libro de bolsillo es que venga con sus tapas, sus hojas numeradas y su texto impreso. En este momento de flojera creativa y de sobreabundancia de mal llamadas «creaciones» ya no hacen cine los profesionales sino cualquier cretino que alguna vez tuvo gracia. Me advirtieron, en plan abuela, de que Brüno era una peli chabacana; de lo que no me advirtieron era de que es una castaña (por no decir una mierda). Nada que ver con Borat.
Y ¿qué decir de esta sexta cinta de Harry Potter?… que es un tostón de campeonato regional Sub-21. Con el rollo de que el señor tenebroso ha vuelto, y tras un intento de darle un aire victoriano a la película, el resultado es una cinta larga, larga, laaaaargaaaaa… en la que el director es incapaz de generar la tensión dramática que necesita el apoteósico final de este libro.
Creo que ronqué.
Publicado por Tormento el 7 de junio de 2009
No sé por qué me quejó si al final reincido: por culpa de las prisas me he metido en un odiado cine de centro comercial.
A la izquierda me ha tocado un cretino en familia que se ha pasado toda la proyección mirándome de soslayo mientras hacía ruido con el plástico de la pajita. A la derecha se me ha sentado un treintañero de esos que no han salido ni saldrán de casa de sus padres, ignoran lo que es un colutorio y tienen un amigo que liga tan poco como él (por razones obvias). Cada vez que bostezaba me llegaba una vahada nauseabunda de su muela del juicio carcomida que… ¡Puag!
Todo esto gracias a una taquillera tontalculo que nos ha sentado espachurrados a los 20 que éramos en la misma fila, mientras el resto del cine estaba vacío. Habría saltado como en el Rocio a la fila de delante si no hubiese llevado 200 bolsas de comida (motivo por el que me encontraba en el odiado centro comercial).
A lo que íbamos: Terminator Salvation cuenta con los títulos de crédito más feos de los últimos tiempos, y con uno de los mayores macizos de la próxima década, Sam Worthington, ex obrero de la construcción australiano y Marcus en la ficción, el terminator con corazón. Ojito con este mozo que, si no nos lo desgracian, va a dar mucho que hablar. Y no por su capacidad de declinar fuck como el siempre intenso e insultón Christian Bale, sino porque tiene una mirada como para ponerle un piso.
Sam se come con patatas a Bale y resulta lo único reseñable de una película de cacharritos. Así que, en contra de lo previsto, chicos no vayáis; chicas, no os la perdáis.
Publicado por Tormento el 5 de junio de 2009
Vengo de una chorrada asamblearia de la que es mi alma mater, la Complu, tan vieja y cutre como la dejé ya hace una pila de años, en perfecto estado para ser el plató vivo del Cuéntame. Siempre que miro a mi pasado como estudiante, echo de menos mis años de colegio en donde se esperaba de nosotras (éramos sólo chicas de falda tableada) no sólo que fuéramos seres útiles para la sociedad, sino personas con sentido crítico, y, a poder ser, sentido del humor. Creo que en lo de la utilidad social conmigo pincharon en hueso.
Me pongo melancólica (vaya semanita que os estoy dando) y me viene a la cabeza todo el tiempo que he tirado por la borda memomorizando las Catilinarias, mientras que en Francia o Reino Unido saben que la discusión no es liarse a hostias, sino debatir y razonar. ¡Igualito que aquí que en cuanto le llevas la contraria a alguien te suelta una galleta que te viste de torero!
Entre les murs es una película que engancha con nada y que sorprende a pesar de lo previsible. Incluso en una clase de instituto de banlieue teóricamente conflictiva se respira más ilustración que en cualquier instituto español. Este tema lo cogen de nuevo los americanos y nos hacen «Sister Act 5, el retorno de la toca». Pero Cantet, con esa manía tan francesa de intelectualizarlo todo, en lugar de un tostón (a lo que los franceses son, por otro lado, muy dados) hace una pequeña maravilla que te enamora sin saber muy bien por qué.
Tengo que hacer una advertencia un tanto pedorra: esta película no debe de tener ni la mitad de encanto doblada y aquellos de vosotros que habléis bien francés (y no dependáis de los subtítulos) la podréis saborear mejor. A servidora no le hicieron falta (los subtítulos, me refiero) que de pequeña me llamaban Le Petit Larousse (y cosas peores que no me da la gana de repetir). Y así me iba en el colegio, que no me «ajuntaba» nadie.