Ésto es lo que tiene una bitácora. Es participativa. Si se permiten comentarios a las anotaciones (punto esencial en este tipo de plataformas), alguna de estas opiniones puede no ser del gusto del autor.
¿Y cómo se evita esto? Fácil. Te cargas los que no te gusten y sólo permites comentar a aquellas que sabes que no van a discrepar con tus tesis. Luis del Pino, en su anotación Restructuración del blog, lo dice bien clarito:
En lo sucesivo, el blog seguirá siendo de acceso libre y universal para lectura, pero la escritura de mensajes estará reservada a aquellas personas que expresamente autorice el propietario del blog.
Pues eso, ya lo sabes, si no te gustan los comentarios de tu blog, reestructúralo.
El primer puesto en la clasificación lo ocupan Finlandia, Islandia e Irlanda. El último, como no, el país del dictador nuclear Kim Jong Il, Corea del Norte. España, en el grupo de cola de los países europeos, ocupa una discreta cuadragésima primera posición (42) «empatada» con El Salvador.
Declan Butler, un periodista de Nature, ha creado un archivo .klm (para poder verlo hay que tener instalado Google Earth) donde se puede ver gráficamente la clasificación. Mediante colores muestra los diferentes grados de libertad de prensa alrededor del mundo.
He tenido la oportunidad la semana pasada de acudir al I Congreso Internacional de Nuevo Periodismo. Una buena parte de los asistentes a este evento eran estudiantes de periodismo, el futuro de la profesión. En algunas de las ponencias, como se puede ver en Periodismo Ciudadano y Nxtmdia, se ha podido observar las diferencias entre la gente ya consolidada (arriba) y los que se incorporan ahora (abajo).
Para unos, como Dani Basteiro, uno de los factores fundamentales de esta distancia es la poca preparación práctica que se recibe en la facultad y su desconexión con el mundo real, vamos, el laboral. Todavía, muchos profesores siguen pensando que el avance más significativo de la tecnología en este campo es el tipómetro.
Para otros, caso de Pau Llop, la cabeza de los de arriba choca con el corazón de los de abajo, haciendo que mientras unos se preocupan sólo de números, inversiones y publicidad, los otros se interesan por la esencia de la profesión: como son las redacciones, el profesional multimedia…
El problema es que esta dicotomía se produce en casi todas las profesiones: el ímpetu de los jóvenes por llegar contra el pragmatismo de los que ya están de vuelta y luchan por mantener lo que tienen.
Y en estas peleas, ya se sabe, el tiempo es el encargado de poner las cosas en su sitio…
La foto, de la onmipresente Rosa, corresponde al debate entre Miguel Ángel Rodríguez y Juanlu Sánchez, minutos después de tener una pequeña y pública «disparidad de caracteres» en el Congreso por este tipo de cuestiones.
Si las noches televisivas son para los anuncios de tonos, politonos, megatonos y demás combinaciones de músiquitas chillonas para el móvil, las mañanas son de señores sonrientes y muy insistentes que te prometen dejarte 3.000 euros sin mover un dedo y con sólo una llamada teléfonica.
De un tiempo a esta parte, han aparecido como setas este tipo de empresas «amigas» que te financian pequeñas cantidades y que además te las ingresan ipso facto. Tecleando en Google «crédito 3000 euros«, aparecen más de 20 entidades que se dedican a estos menesteres: Cofidis, Crediágil, Mediatis, Financa, Cetelem, Broker’s Finance…
Pero el verdadero problema de estas prácticas, además de las agresivas y selectivas campañas de captación y de los intereses abusivos que te cobran (que en la mayoría de los casos sobrepasan el 25%, frente a un 15% de los bancos tradicionales en sus créditos al consumo), es que están creando un problema donde antes no lo había.
Una vez cubiertas las necesidades básicas, siempre tendemos a desear más. Y si no se puede obtener dinero por medios tradicionales (ahorrando o pidiéndoselo a los bancos de siempre), acudimos a estas modernas casas de empeño. Y todo ello, en la mayoría de los casos, no por tapar pequeñas deudas o necesitar realmente el dinero, si no por unas vacaciones un poco más lujosas o un capricho que sabemos que no nos podemos permitir.
Al fin y al cabo, no importa el total del crédito pedido, lo que realmente interesa es saber cuantos euros vamos a tener que pagar al mes.
Al ir estos productos dirigidos estos productos a grupos de riesgo (personas sin trabajo estable, familias ya empeñadas, inmigrantes…), el riesgo de impago es mayor y las penalizaciones son realmente asfixiantes, entrando en una círculo vicioso de muy difícil salida.
Por eso, en estos casos, como con las mangueras de los edificios, úsese sólo en caso de emergencia.
¿Dónde puedo encontrar una agencia de noticias búlgara…?, ¿Y el nombre del primer ministro de Rwanda durante el genocidio étnico…? La respuesta está en el Libro Gordo de Petete periodístico y se llama PrimeraPlana.net.
Se trata de un listado de enlaces útiles para periodistas (o no), como lo define su creador, el periodista Luis Felipe Torrente. Desde mayo de 2000, ha recopilado cientos y cientos de vínculos a periódicos, agencias, diccionarios y todo aquello que puede ser de interés para periodistas o cualquier persona que quiera estar al tanto de lo que por el mundo acontece.
Estructurado en tres columnas de las clásicas, la abundancia de datos apabulla, y cómo no se vaya con prisa o buscando un dato en concreto, curiosear puede llevarnos un buen rato. Realmente útil, como lo demuestra que por allí han pasado más de dos millones de visitantes.
José Miguel Larraya, será el nuevo Defensor del Lector de El País en sustitución de Sebastián Serrano.
El nombramiento tendrá una duración de un año, prorrogable por el mismo período y hasta un máximo de cuatro años consecutivos.
Ya realizó esta tarea hace tiempo, siendo el tercer Defensor del Lector que tuvo este periódico. La lista completa de Defensores del Lector o Ombudsman es la siguiente:
– Ismael López Muñoz, 1985
– Jesús de la Serna, 1987
– José Miguel Larraya, 1989
– Jesús de la Serna, 1991
– Soledad Gallego-Díaz, 1993
– Juan Arias, 1995
– Francisco Gor, 1996
– Camilo Valdecantos, 1999
– Malén Aznarez, 2003
– Sebastián Serrano, 2005
– José Miguel Larraya, 2006
¿Quién dijo que la gente que sólo lee prensa deportiva son unos gañanes?
Gracias a este tipo de prensa, aunque también se puede apreciar en cualquiera de las retransmisiones de radio o televisión, se está recuperando un lenguaje que creíamos ya perdido con la irrupción del Messenger o los SMS. Palabras y expresiones ya en desuso en nuestra vida cotidiana, vuelven a tener vigencia y ser usadas de manera frecuente. También sirve para aprender idiomas o para descubrir nuevos términos hasta ahora desconocidos.
Como ejemplo, podíamos tomar la crónica de cualquier partido de fútbol, en cualquier campo de España cualquier domingo. El resumen podría ser algo así:
«Bien entrada la prolongación (tiempo de descuento) y con tablas (empate) en el luminoso (marcador), el cancerbero (portero) local colocó rápidamente el cuero (balón) en el verde (césped) y de potente chut (saque), puso el esférico (balón, de nuevo) en la medular (centro del campo). Allí, Fulaninho, de certero testarazo (cabezazo), habilitó (pasó) al carrilero (lateral) que tenía toda la banda para él, ya que el rival practicaba el achique de espacios.
Éste, que había evitado inteligentemente el offside (fuera de juego) con una finta (regate) al zaguero (defensa), inició una veloz carrera, y al llegar al córner (una de las esquinas del campo), colocó una rosca (centro combado) a la olla (área). Cuando el delantero se aprestaba a fusilar (rematar) al guardameta (portero también), el libre contrario (tipo de defensa) le agarró de la elástica (camiseta) haciendo que se fuera al suelo. El coliseo (estadio) rugió reclamando la infracción.
El trencilla (árbitro), que hasta ese momento había pasado desapercibido, no lo dudó: señaló pena máxima (penalti) y cartulina (tarjeta) amarilla para el defensa. Tras la posterior tangana (bronca), regada de unas cuantas admonitorias (otras tarjetas), el pichichi (máximo goleador) del equipo colocó el balón en el punto fatídico (punto de penalti), se ajustó los los cordones del borceguí (bota), cogió carrerilla y disparó. La pelota, tras rozar en el travesaño (larguero), besó las mallas.
De ahí, hasta que el colegiado (arbitro de nuevo) pitó el final del choque (partido) fue un improductivo quiero y no puedo del once (equipo) visitante.»
Pues lo dicho, a leer más prensa deportiva y menos literatura…