Archivos de la categoría ‘Japón’

Publicado por Tormento el 19 de julio de 2006

Memorias de una geishaEl soberano cabreo que se cogieron los japoneses con la película “Memorias de una Geisha” se entiende porque revela un desconocimiento sobre su cultura tan grande como el que late tras la escena de nuestra Semana Santa sevillana ambientada en Jalisco que aparece en Misión Imposible II. Para los que vieron la película es necesario aclarar que las japonesas no menean las caderas al andar, por muy geishas que sean, son físicamente distinguibles de las chinas o coreanas, y se espera de ellas que tengan un cutis blanco como el yeso y que sepan llevar el kimono con humildad y elegancia.

Lo que ocurre es que la elegancia en Japón es diferente de la occidental y viene impuesta por la propia rigidez de la prenda. Llevar un kimono apropiadamente no es sencillo: hay que andar con las puntas de los pies hacia dentro para que no se abra en absoluto, dar pasos pequeños, ir levemente inclinada hacia delante y soportar varias capas de tela encima.

Se lleva, al menos, un sayón, un kimono interior, un cuello especial, un kimono exterior, una banda de tela de una anchura de unos 25 centímetros a la cintura -obi- de montaje complicado que a su vez lleva encima un cordón, un pañuelo y una almohadilla que se usa para levantar el lazo posterior. Todo ello atado con cintas de tela y obis interiores, y montado cuidadosamente pues los kimonos no tienen ni botones ni cremalleras. Lo que parece una chaquetilla del kimono no es más que el propio kimono doblado y atado a la cintura.

Una maiko (la geisha joven antes del mizuage –comentario de Kento– en la bitácora Nipoblog) llevará varios kimonos uno encima del otro con una manga que cae casi hasta el suelo como el lazo de su obi. Entre los adornos del pelo, los kimonos y demás aditamentos una maiko puede llevar encima unos 20 kilos, algo menos de la mitad de su peso. Que me diga a mi Rob Marshall como se puede menear la cadera en esas circunstancias sin pegarse un morrón.

Yo lo he probado y aún me estoy recuperando.

Publicado por Tormento el 17 de abril de 2006

Bici-doLlevo años de soledad vergonzante ocultando a todos un hecho que es motivo de risa y escarnio: no sé, corrijo, no sabía montar en bicicleta. Ha sido un sufrimiento tremendo el ir montada a lo amazona en la barra de la bicicleta de un antiguo novio holandés (nada de bromas con la barra del holandés) o el irme inventando lesiones inverosímiles cada vez que algún resuelto compañero/a de viaje decía “…y llegamos y nos alquilamos unas bicis”.

En fin, que llegada a una edad provecta y un tanto harta del transporte público (como ya os he comentado en otro post) me he animado a seguir el Bici-do con el objetivo de alcanzar el Moto-do. A la manera del Bushi-do (el camino del samurai), he dedicado los días de Semana Santa a seguir el Bici-do, el «camino de la bici» o el arte de no esmorrarse por los desmontes. Puedo decir, no sin satisfacción, que he cumplido plenamente con la fiesta cristiana al convertirme en un ecce homo viviente, trasladando a mi cuerpo mortal buena parte de las marcas del pavimento y demás protuberancias de la bicicleta. En lo de la conducción, soy menos optimista: si bien mantengo el equilibrio (mi inicial preocupación), por el momento no se me puede dejar salir de un circuito cerrado, ya que necesito soledad para la ejecución.

Como diría Musashi en su Tratado de las cinco ruedas: la maestría está en el vacío.

Publicado por Tormento el 10 de abril de 2006

Azafata de JAL…makoto ni moshiwake gozaimasen.

Ya advertí que una de mis múltiples facetas atormentantes era una insistencia enfermiza con la cosa japonesa, insistencia convertida en persistencia desde que caí fascinada por Mishima al leer la biografía que el psiquiatra Vallejo-Nágera hizo sobre este autor exhibicionista, genial y suicida con un título sin duda ajustado: Mishima o el placer de morir.

Más allá de los tópicos sobre suicidios rituales y geishas incomprendidas, Japón no deja de tener una cercanía castellana que me cuesta mucho explicar. Este post es el primero de otros en los que espero poder aclarar esta teoría.

La frase en japonés que titula este texto está sacada de una anécdota de un opúsculo la mar de entretenido, “Introducción a la cultura japonesa” de Hisayasu Nakagawa, en la que el autor, japonés afrancesado, nos cuenta el siguiente sucedido. Estando montado en un avión de la JAL, por la megafonía del aparato informaron al pasaje primero en francés y luego en inglés de que, debido a una huelga de controladores aéreos, el avión saldría con retraso. Llegados al momento de soltar la misma retahíla en japonés, ésta se inició con la frase del título que no estaba incluida ni en la versión francesa ni en la inglesa. La traducción a lo indio literal sería “Señoras, Señoritas, Señores, dado que están cansados realmente excusas no hay” o, dicho correctamente, “Es verdaderamente inexcusable anunciarles lo siguiente”.  Teniendo en cuenta que cojo el metro de Madrid a diario y que, llegada a casa, me cruzo con un vecino modelo “conozco mis derechos” que es capaz de dejar que le abras la puerta y que le cedas el sitio en el ascensor sin dar ni las buenas tardes, comprenderéis por qué quiero ser japonesa. Si ya lo dicen los japoneses: “excusas no hay”.

Publicado por Tormento el 20 de marzo de 2006

Puente de TokaidoAsí me va presentando una amiga, que ha decidido que mi plomez con Japón sólo se justifica siendo del propio Tokio, a la misma altura del Nihonbashi (literalmente, Puente del Japón, punto 0 del Tokaido).

Podría haber decidido presentarme diciendo que soy medio-lela o que me ha entrado el clásico snobismo por lo oriental que tan de moda se lleva. Pero ella, que me aprecia y me conoce, sabe que es verdad, que soy de Tokio. Como enviada especial de ChiquiWorld para asuntos japónicos, os brasearé convenientemente desde aquí sobre el Japón más tradicional para entender el Japón más moderno.

Publicado por Chiqui el 9 de febrero de 2006

Sony BuildingÉsa es una de las condiciones que, junto con no fumar, no introducir alimentos, no llevar perros y no tirar basura al suelo, imponen para poder entrar en el edificio de Sony en el barrio de Ginza en Tokio. El cartel, de medidas considerables, está situado en el acceso principal al edificio.

Lo curioso es que si aquí, en España, para acceder ya casi a cualquier sitio te someten al tercer grado (cámaras, scanners, arcos de seguridad…), allí nadie te revisa nada al entrar y eso que hay un trasiego enorme y mucha gente que entra con mochilas enormes y una cara de malo que asusta. Ellos son así…

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