Tanto currarme las entradas de este blog, para acabar diciendo las mismas chorradas que un programa que genera, de manera simplemente brillante, el resumen de un best-sellers-iker- jimenístico.
La Caja del Fantasma de Dan Brown
En su nuevo trabajo, fruto de siete años de investigación, el autor de “El Código Da Vinci” teje una trepidante historia de engaños y crímenes, en busca del secreto de las corrientes telúricas. Un fascinante recorrido por los misterios mejor guardados del Comité Olímpico de Pakistán, ambientado en las calles de Totorica. ¿Puede existir un código indescifrable? Assel Pickford, la criptógrafa estrella de la súper secreta Agencia Municipal de Vendedores de Fruta Fresca (AMVFF), no puede dar crédito a sus oídos cuando su jefe, Marianela Cifuentes, el subdirector de la Agencia, le informa de que han interceptado un código que ni siquiera Pepe Gotera puede partir por la mitad. La única pista para romper el letal código parece estar oculta en el cadáver de un hombre que ha muerto apuñalado en Amsterdam, donde ha sido enviado Brian, el prometido de Assel.
¿Qué hubiera pasado si Sanrio, los padres comerciales de Hello Kitty, se hubieran propuesto hacer una película de aventuras en galaxias lejanas? El resultado sería algo parecido a esto.
Además, Rosa J.C. sería la emperadora y el universo tendría más colores pastel de los que tiene…
Cuarta entrega de este Did You know? La actualización del documental realizado por Karl Fisch, Scott McLeod y Jeff Bronman sigue demostrando que lo que antes valía, se revela rápidamente como absoleto. Y es que seguimos viviendo tiempos exponenciales…
Logotipo de la candidatura conjunta de Portugal y España para organizar el mundial de fútbol de 2018. Curiosamente, de las 10 candidaturas que compiten por esta nominación sólo tres de ellas no cuentan con página web. Una de ellas es esta candidatura.
Twitter, el servicio de microblogging creado a principios de 2006 y bautizado como «Tweety» por alguien que yo me sé, me parece una herramienta útil, divertida y con un potencial informativo muy interesante. Quería dejar claro ese punto para que luego el «troll de guardia» no diga lo que no es.
Porque, todos sabemos (¡hasta el troll de guardia!), que los 140 caracteres disponibles en cada «tuit», aparte de utilizarse para lo que fueron concebidos, han provocado una serie de efectos colaterales, muchos de ellos presentes en otros entornos «virtuales». Uno de ellos es el famoso «ombliguismo».
Algunos tienden a pensar que todos sus followers están esperando un tuit trascendental cada vez que se escribe, o un logro filo-tecnológico digno del mismísimo McGyver. En este tipo, el tecnológico, podemos encontrar tuits tan apasionantes como «Enchufando el cable de la play al teléfono vía irDA por el puerto centrífugo para hablar con la tostadora» u otros de indudable utilidad tipo «Uniendo cables en gotelé al puerto del mechero del coche para conseguir emular una conexión 3G y poder transmitir». ¡Hay que ver la falta que nos hace esta información!
¿Qué decir de la otra tipología, los trascendentes o también conocidos como los «ISF» (Intensos Sin Fronteras)? Aquí la variedad decrece, porque todos son del tipo «Molido pero satisfecho tras una semana muy movida e intensa llena de reuniones críticas y decisorias» o del estilo «Valorando si la sinergia provocada por mi presencia influye en la concentración de entornos colaborativos». Algo así como «qué ocupado estoy, que interesante es mi vida y que poco lo digo». Si a uno lo han educado en el decoro de la modestia, ese tipo de cosas se dejan para esos momentos «taxi driver» ante el espejo del baño y no para pregonarlo a golpe de ordenador y para cientos de personas.
Y ya lo que es la caraba es el efecto «experto observador internacional»: lo que pasa en Honduras, Irán o Moldavia nos interesa como si nos fuera la vida en ello cuando antes (de la aparición de este servicio) nos importaba lo que viene siendo un pepino. ¿Imagináis lo que hubiera sido la Revolución del 68, la caída del Muro de Berlín o las revueltas en la plaza de Tiananmen con un invento como éste?
Y no sigo que me enciendo… Por cierto, en Twitter soy Chiqui.
Dicen mis queridas amigas Rosa y Mábel que desde que me ha dado el «vahido» me he desinhibido y ahora no me corto ni un pelo en soltar por esta boquita todo lo que se me viene a la cabeza.
Viene esto a cuento porque últimamente, he estado bastante, por no decir totalmente desconectado de todo lo que acontece alrededor del mundo «internaútico». No he abierto casi el blog, mi Bloglines está que explota, GMail me mira mal y «Twitter» me suena a marca de cerveza con limón.
Y con cierta alivio he descubierto que fuera de la blogosfera y el universo 2.0… ¡Hay vida! Un rico universo paralelo en el que la gente todavía suele visitar físicamente una agencia de viajes, compra la informática en la tienda de su barrio, no habla de Spotify mientras sube en el ascensor y tampoco necesita saber lo que está haciendo su amigo a todas horas para ser personas (algunas) modernas y de su tiempo.
También he aprendido que, aunque nos parezca increíble a los que estamos metidos en todo esto, mucha gente, millones, ni ha leído el último post de Enrique Dans & Cía -y perdonáme por la grosería, Enrique- y además le importa un pepino lo que dice.
La mayoría de la gente utililza Internet para chatear con el Messenger y compartir fotos en Tuenti. El dospuntocerismo se la trae floja y aún así disfrutan de la experiencia.
Así, viendo esto con un poco de lejanía me parece que nos damos más, muchísima más importancia de la que realmente tenemos. Parecemos el ombligo del mundo y no somos nadie.
Eso sí, los pocos que somos le ponemos mucho empeño, trabajamos a destajo y todos nos queremos mucho… En breve, el mundo entero se dará cuenta de lo que valemos, seremos «presciptores» de pro y no tendremos tiempo ni para tuitear.
Yo no creo estar tan desinhibido, pero si ellas lo dicen…
Los conferenciantes están a la orden del día. Los auditorios pagan auténticas fortunas para ver en exclusiva a gurús de distintos temas que les vienen a contar soluciones que ni ellos mismos aplican. Muchos son sofistas en el sentido crítico que le daba Platón: enganchados a sus trampas dialécticas, power point mediante, se encargan de convencer al auditorio de su verdad.
La cuna del sofismo actual es EE UU. Al Gore es el paradigma, con hasta una película documental basada en sus conferencias. Aznar también lo intenta, habla en conferencias (con un inglés propio de cualquier college británico), y escribe un libro para decir: «yo sé cómo salir de la crisis».
Pero no todo el monte es orégano ni mala hierba. Si uno sabe inglés puede disfrutar de un innumerable elenco de conferenciantes que te hablan en tu casa (y sin pagar el ticket ni esperar a que te invite el ilustrísimo rector ) a través de vídeos colgados en la Red. TED.com es uno de los que más variedad ofrece (Michelle Obama, el propio Al Gore, Bill Gates, Singer, Negroponte…), con un programa de conferencias envidiado por cualquier universidad.
Por cierto, también las universidades se han subido al carro de tener un canal en youtube para ir subiendo las conferencias que acogen: Standford, Berkley, y unas cuantas más.
En España también hay universidades que se han apuntado a esta tendencia de llegar a todo el mundo por youtube. La Universidad de Navarar, por ejemplo, tiene su propio rincón en Youtube, pero sin muchas conferencias. Eso sí, un cura te da consejos para que aciertes en el noviazgo. Y es el mejor ejemplo del sofismo actual: alguien sin experiencia contrastada en el terreno te intenta convencer con la palabra.