Archivos de la categoría ‘Crítica libros / cine’
Publicado por Tormento el 13 de marzo de 2009
Bueno, bueno, bueno…. ¡Vaya cosa más infumable!
Ya puede ser estupenda la «novela gráfica» original, porque esto no es una película ni se acerca mínimamente a lo que es el lenguaje cinematográfico. No entiendo esta manía de convertir algo bueno en su género en un engendro palomitero que aburre no a las ovejas, sino a los propios actores que la han rodado. Tienen todos tanto swing como Carmen Sevilla anunciando Lomónaco. Aunque ¡dónde va a parar! tiene bastante más gracia Carmen Sevilla, con su cuponsito y sus pantuflas.
Una panda de ideas sobre superhéroes desmelenados, bienes mayores y cinísmo político no bastan para justificar el dolor de rabadilla que te deja esta eterna película.
La vida es corta y si hay que cascar que no sea de aburrimiento.
Publicado por Tormento el 8 de marzo de 2009
El mismo septuagenario gruñón y prejuiciado.
La misma América blanca rígida, dura.
El mismo desencuentro con la propia sangre.
Las mismas grescas con el cura católico local.
La misma historia de conversión y amor que en Million Dollar Baby. Eso es lo que encontraréis en Gran Torino.
Aunque Eastwood se recuenta una y otra vez, a mí no deja de emocionarme ver como Harry el Sucio se ríe de si mismo, de su artrósis, de sus años, de su mal carácter, sin dejar de tener una lucídisima visión de su país. Ni deja de sorprenderme la frescura de sus diálogos ni lo bien medidas que están todas sus películas.
Otra llantina p’al cuerpo. Este trabajo me va a matar.
Publicado por Tormento el 1 de marzo de 2009
Mañana, por fin, podré asistir al esperado desenlace de un programa que me tiene fascinada por su ranciez: Granjero busca esposa.
Ya los conceptos «granjero» y «esposa mantecosa» anuncian que nos encontramos ante un fenómeno que siempre me ha tenido babicalada, desde que comprobé como todos admitíamos con naturalidad que en Los Serrano ningún tío pusiera la mesa: el machismo light.
En este programa ruri-pop, unas muchachas casaderas, muchas con su cuarto y mitad de piercing y tatuaje rabadillil, se tiran al monte «a vivir una experiencia» consistente en tener que encandilar a un garrulo a cambio de algo tan prescincible como la dignidad.
Dignidad, what dignidad? ¿qué es semejante chorrada cuando una es una solterona como Doña Rosita la idem o una separá-con-niño-alforja, sola en el mundo, un ser metafísicamente incompleto sin un fornido hombre de campo que llevarse al colchón de lana de oveja merina? Nada de nada, queridísimas lectoras.
Porque mientras los granjeros no han mostrado ni un ápice de interés en saber a qué dedican el tiempo libre las zagalas que han alojado en sus casas junto a sus padres (¡vaya papelón!), ellos han desplegado todos sus encantos y, en el caso de uno de Llesui, todas su orejas que es mucho desplegar. Una de ellas incluso pilota aviones. Es parada y pone cara de paisaje ante los envites del espeso Guillamet que representa el tipo de hombre por el que siento, a que negarlo, una atracción irrefrenable: guarro como él solo, no se ha lavado una sola vez el pelo en lo que va de programa. Perdido he la esperanza de verle afeitado o simplemente aseado. Me imagino quedándome adherida a su rústica mano al calor de la roña derretida.
No como el zamorano Nides, que va hecho un pincel, si bien aporta suegra septuagenaria con retranca de las que tanto nos gustan de solteras y tanto ponemos en la puta calle de casadas.
Para compensar, tenemos a un vasco sin madre (al menos presente) de apellido impronunciable y lo suficientemente amable como para amontonar a sus candidatas en unas literas de niño dentro de su propio dormitorio. Un modelo de hombre dialogante, que ha entendido este programa como un sistema barato de reinstaurar la esclavitud en la dacha-batxoqui.
Y que decir del gaditano al que se le entiende menos que a la Ministra de Fomento, del tipo que pega besos con lengua rectractil-lamido-de-vaca con preaviso: primero llega la lengua y al cuarto de hora él. Todo un gentleman de los que creen que el femenino de varón es hembra, que para eso es de campo y para eso es el premio gordo por el que luchan en las boñigas de vaca dos mujeres que se podrían dedicar a escardar cebollinos en la intimidad de su balcón.
En fin, amigas, no puedo esperar a ver quien es la elegida, la tocada por la fortuna de ver convertirse su sueño en realidad: esposarse para que la hagan una mujer decente. ¡Qué ilu, por favor!
Publicado por Tormento el 26 de febrero de 2009
Nada nuevo bajo el sol. Otra película hiperrealista, de suburbios de caravanas, white trash y Wall-Marts con perdedor y streaper al fondo. En cuanto a la tan cacareada interpretación de Rourke ¡Ya puede bordarla! ¡Si hace de él mismo!
En lo que a mi respecta, le pueden nominar al oscar como lo harían con el hombre elefante, pero que conmigo no cuenten para aplaudir este trabajo de dontancredo. Es imposible que una cara de goma recauchutada como la que Mickey Rourke se ha construído pueda hacer un gesto o transmitir nada que no sea pena por la ruina inanimada en la que se ha convertido. Los académicos han pensado lo mismo y se lo han dado a Penn.
Después de haber llevado a Rourke en la carpeta, de soñar un Nueva York tórrido y perverso con él (tela los ordenadores de la época), no puedo mirarle a esta cara de ninot indultat ni puedo unirme al coro de los que cantan las excelencias de un actor que no actúa porque le tiran las costuras. Es superior a mis fuerzas.
PD.- ¡Qué guapa Kim Basinger, por Diosss!!
Publicado por Tormento el 24 de febrero de 2009
Yo vengo a hablar de mi vida. Si no ¡para que caray escribe uno en un blog!
En este acto de permanente autorreferencia, os diré que soy de cualquier generacion en general y de la de Trainspotting en particular. Su banda sonora (pedazo de CD de hierro, oigan) me tuvo dando botes encima de un bafle durante una temporadita larga. No se me van de la cabeza ni las vomitonas en váteres llenos de mugre ni las carreras de un efébico yonqui con la cara de Ewan McGregor. Ese ritmo, ese humor en la desgracia que Danny Boyle se había dejado en el camino de los zombies en general y de zombies solares en particular es el que retoma, también con su cuarto y mitad de mugre, en Slumdog Millionaire.
Y se agradece algo de frescura entre tanto filme comprometido, tanta película hiperrealista y tanto tostón de tres horas. La historia está bien contada, engancha, conmueve y entretiene. La música, sin ser un clásico como la de BSO de Trainspotting (tiene un momento Boda del Monzón), hace llevadero tanto dramón de Oliver Twist indio. Quedaros al pita-pita-del, no salgáis corriendo que es gratis.
¡Qué gusto, rediez, ir al cine y sentir algo más que tirones en las corvas! Y parece que los académicos de Hollywood han pensado lo mismo que yo.
Publicado por Tormento el 22 de febrero de 2009
Voy de un lado a otro con el bofe fuera y la baba colgando para llegar a los Oscars con todos los estrenos repasaditos y planchaditos. No haré quiniela porque nunca acierto, pero sí diré, from the bottom of my heart, que Pe y Bardem, por mucho oscar que ganen son un par de ridículos.
Una cosa es proteger tu intimidad y otra la falta de naturalidad: Bardem se ha inventado un rodaje para no ser él quien entregue el premio a la mejor secundaria no vaya a ser que ¡oauuuu! se lo den a Pe y les saquen una foto juntos. Como diría el jefe ¡qué debacle!!
Hasta para el escaqueo prefiero a Helen Mirren, quien se excusó de una cena privada y dejó plantada a la Queen (quien pretendía agradecerle lo bien que la había sacado) porque estaba en un rodaje imbécil a 5 horas de avión.
Así que, en tu misma cara te lo digo Pe: en la pantalla lo bordarás (sobre todo cuando te toca ponerte chabacana) pero en tu trato con los medios eres una cursi-boniata. A la entrevista de Elvira Lindo en el EPS me remito.
Que el tío Oscar reparta suerte, que para la media del cine que hemos visto este año cualquiera se lo merece igual de poco que las demás.
Publicado por Tormento el 19 de febrero de 2009
Frostis de kelloggs, el muñeco Frosty y gilipuerteces similares se me pasan por la cabeza mientras escribo este post montada en el coche del jefe que me lleva a trote cochinero quejándose del tráfico y de mi baja productividad. Me amenaza con une ERE unipersonal y veo que se me cae el miniportátil del susto y de los nervios. Así que me pongo a ello
Érase que se era un Presidente de los EE. UU. que le gustaba espiar a la gente, montar guerras en países remotos y mentir en abundancia. Este presidente que tenía cara de olerle mal el aliento le tocó las narices a alguien que se chivó a unos periodistas a quien Pedro J dice parecerse (¡ja!).
Le tocó dimitir y se quedó algo corto de fondos, por lo que aceptó que un presentador de variedades británico le entrevistase, en un antecedente de La Noria, pero sustituyendo al ex de la Panto por un ex de la Casa Blanca.
Tres entrevistas, tres, le concede Nixon, y la peli nos las cuenta intentando que nos de mucha tensión ver como el Jordi González British pierde el dinero y la paciencia viendo que lo que Nixon relata son las batallitas del abuelo. Pero todos sabemos, porque nos hemos leído la sinopsis, que estamos recreando un momento histórico.
Pues ni fu ni fa: el momento histórico nos llega tras unas dosis de aburrimiento narcotizante. Hay un momento en que hasta Nixon te cae simpático.
En fin, de trámite. Como este post.
Publicado por Tormento el 15 de febrero de 2009
Últimamente el cine está como la microcomida de cocinero químico-quirúrgico: todo lo que veo me sabe a algo que he comido antes.
Benjamin Button atufaba a Forrest Gump (Forrest estaba menos alelado que Benjamin, si se me permite decirlo) y The reader es una nube esferificada con nitrogeno nazi de El Paciente Inglés. Será porque Minghella, fallecido director de ésta última, se hizo con los derechos, o será porque cada vez que veo a Ralph Fiennes haciendo de enamorado eterno y sin consuelo le veo haciendo de Conde Almazi.
El mal, más banal que nunca en esta cinta a través de Hanna, no termina de calarte los huesos porque Kate te cae bien desde el principio. Y ésto hace que te resulte poco creíble el dramón existencial del lector, que su vida gire alrededor de un episodio de adolescencia. Nosotros, con lo brutos que somos en España, habríamos hecho una peli de landista adolescente que se tira a la taquillera republicana, a la que pone una mercería y le compra un seiscientos (epítome para mi abuelo de lujo asiático postguerrístico) mientras se casa con su novia de toda la vida y le hacen Ministro de la Gobernación.
Habrá que ser alemán para entenderlo. También es verdad que aquí no nos cargamos a 6 millones de judios. Ya se encargaron los Reyes Católicos pre-landistas de largarlos a todos con la excusa de la Reconquista.
Así somos, de pedrá en la cabeza.
Publicado por Tormento el 14 de febrero de 2009
Mi madre siempre ha odiado vestir de negro, el membrillo y el pan integral porque le recuerdan a la guerra, a los lutos eternos y a las señoras de pueblo de media tupía al estilo groña-que-groña. Servidora que tiene más tontería que un mueble bar, ve el negro desde la perspectiva parisina modelo lelo-chic… La verdad, amigas, es que me visto mucho de negro porque a) combina con todo b) adelgaza una barbaridad.
Ayer en ARCO, donde el jefe me mandó con una tarjeta VIP revenida (le habían mutilao un pico a cambio del catálogo), una señora de cardao semanal comentaba a su amiga, viuda como ella, mientras me señalaba: ¡es que esta gente del arte viste toda de negro!. Casi me da un tronche y las invito a una cervecita por la chispilla.
Pero no hizo falta porque ya te invita a vino la Generalitat Valenciana, o a helados Häagen Dazs, o a tumbarte en el suelo a ver la capilla sixtina a «rotu» el Gobierno de Cantabria o a bolsas con pastillas para la tos los de Ibercaja . ¡Este ya no es mi ARCO, que me lo han cambiao!. Mucha bolsera, mucha choni, mucho juventío de extrarradio de casting de «Fama a pintar» y mucho lienzo, que no están los tiempos para video arte y chorradas similares.
En mi vida filogay, siempre fui muy de ARCO pero al estilo snob antiguo que siempre se requirió para ir a esta feria. Nunca pagué, siempre fui a la inauguración por la patilla y siempre me pasé una risión a escondites a costa de alguna mierda embotellada conceptual. Aún recuerdo un mono de trabajo hecho con compresas (con alas por supuesto) que hubiera quedado ideal al lado de mi samurai de plástico.
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Publicado por Tormento el 11 de febrero de 2009
Presupuesto: 0 euros (¡que paga la Comunidad de Madrid!)
Ingredientes: un metrobús y un día entre semana para no escuchar chorradas de los visitantes domingueros.
Salía yo de una reunión en la que un avezado empresario español me introducía en el concepto de salario emocional (consistente en poner un microondas industrial y «pagar» a sus chicas con comida precocinada, con un importante ahorro en cheques de idem), cuando me topé con una expo con un título tan sugerente como adecuado: The missing peace. Díjeme yo: voy a pagarme un salario emocional y voy a entrar a ver si supero tanta tontería y recupero la paz interior (y la nariz de paso, perdida en medio de Plaza de Castilla convertida en el Everest).
Según entras un lejano «ohm» te pone los chacras a punto de nieve. La calefacción de la sala hace el resto para que vuelvas en tí. Hay mucho concepto y mucho arte conceptual y mucho rollo macabeo, pero sólo por ver el proceso de convertir chatarra hip-hopera en un cuenco de oraciones budista ya vale la pena el paseo (encima ahora que ya leo hiragana, le saco el doble de gracia a las cosas).
Mi otra ¿obra? favorita: un mándala musical de Ryūichi Sakamoto. Si no te gusta este mozo, al menos la combinación ruido, ruido de arena y movimiento tiene su gracia.
Todo muy zen.
Pd. Para los que no podáis verla en directo, aquí está el vídeo de la exposición