Si no me tomo un café con magdalenas no seré capaz de aguantar la reunión de esta mañana. Cafeína y azúcar y que no me hable ni dios hasta llegar a la oficina …. ¡Anda que no hay gente fea en este vagón! ¿Por qué es tan fea la gente del metro? ¿Será que el gobierno, con mayúsculas, el conspirador, ha ocultado un incidente nuclear ocurrido en sus profundidades y el uso continuado del metro produce mutantes con bolsos de polipiel y olor a cebolla revenida? Yo es que a esta gente no me la encuentro en la superficie. A lo mejor forman parte de un ecosistema diferente que sólo existe aquí dentro, con sus propias costumbres sociales de apareamiento, incluso con su propio sistema de castas. Seguro que debido a la escasez lo reciclan todo y por eso llevan todos esa pinta de no haber tenido nunca una buena vida, una vida propia. Sin aire natural ni agua andan todos con este mal color y este olor a rancio. ¿Cómo se conseguirá colocar la grasa en sitios tan raros?
Estos cuerpos no son posibles en la superficie, desde luego, debe de ser por la endogamia, porque folletean entre compañeros de línea; todo el día aquí metido debe dar para mucho. Líneas….. ¡claro! ¡Ahí están las castas!: los de la línea 4 deben de ser los de toda la vida y abundan los ancianos que serán reemplazados con los mutantes de la Línea 6 y con los trashumantes de la línea 7…
¡Qué asco me está dando el guaraní ese de la bolsa del Lidl dada la vuelta, dando cabezadas y babeando al mismo tiempo! Éste debe pertenecer al estrato más bajo, al de los recogedores de excrementos, sangre y vísceras por atropello, al de los intocables. ¡Oh, no! y ahora el panchito con su chundachunda ¿Pertenecerá a los coros y danzas de la nación subterránea? Si fuera así, se explicarían muchas cosas, empezando por su insistencia en dar el coñazo cuando nadie les da un duro. Son funcionarios del inframundo y sus melodías metálicas las pagan todos los mutantes que son también contribuyentes porque Hacienda somos todos…
– Próxima parada: Gregorio Marañón, correspondencia con línea 7.
Ya llego tarde y no me he leído el informe pensando en chorradas de mundos paralelos y canciones de Camela. Menos mal que en esta santa empresa nadie es puntual y nadie tiene ni puta idea de nada, empezando por el jefe que se lo inventa todo. Improvisaré algo si no puedo escurrir el bulto.
– Romero, te puedes pasar por mi despacho antes de entrar en la reunión. Será un momentito.
Un momentito, un momentito ¿qué querrá? Encalomarme algún marrón seguro, que no sabe apañárselas sin mi ¡El muy inútil! Si no fuera porque me voy a quedar con su puesto más pronto que tarde, ya le habrían dado mucho por…..
– Pasa, Romero, pasa y siéntate. No se si conoces a Candela de la firma PriceWaterCloset que nos están ayudando a definir nuestras líneas estratégicas para dimensionarnos adecuadamente ante los retos a los que tenemos que enfrentarnos a la vista de la creciente incertidumbre del mercado. Como sabes, nuestro negocio no es inmune a esta situación tan excepcional y, por el bien de nuestros accionistas, hemos de tomar decisiones firmes para poder asegurar la supervivencia de esta empresa ¿verdad Candela?
– Sin duda, Jaime. En fin, todos tenemos mucho lío y Jaime ha descrito de manera meridianamente clara la situación. Sin duda Romero sabrá que para esta nueva etapa necesitamos gente altamente productiva, con un aspecto agradable que genere confianza a la clientela, hable idiomas y esté dispuesto a viajar. Y no todos los de esta compañía están a la altura de los altos estándares que nos exige el mercado. Por ello y lamentándolo muy sinceramente me temo que tenemos que desvincularle. Puede firmar aquí, el finiquito está calculado de manera generosa. A la salida encontraras a un señor de uniforme que le acompañará a su mesa para recoger sus efectos personales. Puede dejarme ya el móvil, el portátil y el iPad de la empresa, así no tendremos que molestarle más adelante. No me mire con esa cara, Romero ¡es un momento para la alegría! De verdad espero que me vea como una ayuda en su transición. Aquí tiene mi tarjeta. Piense que a veces la vida da estas oportunidades y ¡hay que saber aprovecharlas!. Ya conoce el dicho “si la vida te da limones, haz limonada”.