He venido a Florencia en visita relámpago y desde que he pisado esa estación inhóspita en donde hay que pagar 1 euro por mear (hay más protección en los baños, con su torno y sus puertas de cristal accionables, que en los trenes) he decidido que aunque vengo para nada, esa nada se me va a hacer eterna.
Así que he decidido que como la eternidad es muy larga, es mejor que te huela bien… Y me he dado un homenaje, de los baratos, en la Farmacia de Santa Maria Novella. Y no la que hay en la estación de tren, sino la de Via del Scalla, 16, la que lleva elegantemente perfumándonos la vida desde 1612. La conoce todo el mundo así que no os estoy descubriendo nada. Espectacular entrada como de hotel de lujo y encantadoras vendedoras que soportan entre estoicas y vigilantes a los grupos de españoles asilvestrados que no han aprendido aún que nuestro natural gracejo a lo Los Serrano ni es natural ni tiene puta gracia fuera de nuestras fronteras…
Y en lo que me respecta, pues tampoco dentro.