En mi tránsito desde el odio a Roma hasta el total enamoramiento en el que me hallo en estos momentos, mucho tiene que ver mi 64.
A pesar de que siempre vaya petado, ora de diligentes trabajadores, ora de turistas aguerridos camino de San Pedro, ora de los dos, para mí el autobus 64 ha sido como mi madre, mi padre, mi patria…
Me ha cogido de noche del centro de Roma cuando mi estado era calamitoso y tenía los pies como almendras garrapiñadas; me ha llevado a trabajar unas veces en sentido este y otras en oeste, pero siempre evitándome las caminatas kilométricas que el sistema de metro de esta ciudad-parque-arqueológico me hubiera impuesto; me ha permitido quitarme de en medio y en un ratito las obligaciones turísticas de San Pedro/Piazza Navona/Panteón/Campo de Fiore; en fin, me ha dado la dignidad perdida después de hacer el turista.
¡Gracias autobús 64!