Resignaos ¡he vuelto! Tras un par de semanitas de disfrutar con gente seria en este blogosférico rinconcillo, se os ha acabado el chollo. Como os decía, he vuelto: de la China, de donde vienen las naranjas, las copias y los viruses; de mis líos personales (que no os pienso contar ¡so cotillas!); y a las salas de cine, a pesar de que no lo subvencionan como comprarse un coche.
Podría haber ido a ver algo más sesudo como Noche en el Museo 2, pero como la púrpura me tira, y aunque no era estreno, acabe en «engels an dimons«, que yo ahora lo pronuncio todo en inglé.
Como dato introductorio os diré que, en esta línea intelectual que me caracteriza, volví a la lectura en la lengua de Dickens con el Código Da Vinci y la continúe con la mencionada Ángeles y demonios. Lo hice por dos motivos: la traducción era más cara y, estándo las dos tan mal escritas, da menos vergüenza en inglés que en español.
Pues bien, si uno ya está curao de espanto porque ha leído el libro (lo de la antimateria en helicóptero tiene su miga), esta plana película hasta le entretiene… sobre todo si la comparas con la del Código Da Vinci, uno de los grandes tostones de los tiempos modernos …. si bien no llega al caballo de dos patas (o algo así) que estrenaban este viernes y que es lo más en lo que a nausea aburrística se refiere.
En mi descargo he de decir que llevaba yo un par de semanas tan malitas que cualquier mierda que me hubieran puesto delante me habría emocionado tanto como a un concursante de Supervivientes que le invitaran a comer en un Wendy’s. Hay un momento en la vida que aprecias lo que tienes aunque sea a Tom Hanks con la línea de los implantes capilares en «presenten armas». En su descargo diré que en esta película está lejos de estar tan ridículo y tan mal peinado como en el Código.
PD. Al de Muchachada Nui que subió conmigo en el ascensor del ACTEÓN, una cosa te tengo que decir: chato, si alguien entra en el ascensor cargada con las palomitas, la entrada, el bolso y apagando el móvil con los piños, no es que haya caído rendida a tus pies y te vaya a pedir una camiseta autografiada. No te gires, pues, en plan Pantoja huyendo de tu público ¡so botijo! tal vez necesite que le marques el botón del piso al que va. ¡Si es que ya no queda educación …!