Separados por miles y miles de kilómetros, chinos y españoles tenemos una costumbre común muy arraigada: las tapas.
Aunque las formas son diferentes muchas veces este tipo de alimentación sustituye a la tradicional comida o cena de mantel y cubierto. Mientras nosotros lo hacemos alrededor de unas cañitas o similares y dentro de un bar, ellos lo hacen en la calle (allí es muy casi imposible encontrar lo que tradicionalmente conocemos como bar) y normalmente a palo seco.
A poco que pasees por el centro de una ciudad de la República Popular, constantemente verás a un chino comiéndose un tentempié de diferentes formas y colores. Ensartan a modo de pincho moruno cualquier cosa, ya sea animal o vegetal, que sea susceptible de llevarse a la boca… y se lo comen.
Claro ejemplo de la oferta gastronómica que se ofrece a los clientes es el mercado nocturno de Donghuamen en pleno centro de Pekín. Junto a zumos, frutas y algún que otro manjar medianamente reconocible se alinean toda clase de bichos que no sabía ni que existían. Todo un reto para estómagos escrupulosos.
Y lástima que las cámaras de vídeo todavía no puedan grabar los olores…