Anda el jefe con el corazón partío, como el Julián de la Verbena de la Paloma, ése que, además de tener madre (¡Julián, tiés madre!) era un honrado cajista. Pues él, que está hecho de papel y tinta, anda enganchao en esto de la blogoplaxta y nos tiene a toda la redacción (lo que viene siendo una esquina del cuarto de estar, gire a la derecha de la mesa camilla y deje atrás el perro de porcelana de tamaño natural) estresaos con que se va a China y no tiene con que rellenar.
Esa tensión es el corazón de La sombra del poder, peli con redacción al fondo, de las que me molan tanto como las que tienen sala de juicio incorporada. Russell Crowe, hecho una «gocha», como dicen en el pueblo del padre de esta servidora, representa el periodista analógico, que conoce a sus fuentes y las cuida, que cree que las noticias están en el mundo real, que internet no es autocomprensiva. Sin embargo, conocer al objeto de tu noticia ¿no hace que corras el riesgo de la parcialidad, que tengas la tendencia a decidir que lo que le perjudica no es relevante?
La chica (cuyo nombre no me he molestado en memorizar) es la blogger del Capitolio del períodico, una hiperactiva que no pisa la calle y que no dedica mucho tiempo a la profundidad. Todo va deprisa, el escándalo vende más que la noticia de largo recorrido y si no pones tú el rumor ya lo hará otro. ¿Para qué ir a perseguir la noticia si todo lo que necesito esté en la pantalla de mi Mac? Pero si uno tiene sangre de periodista tanto da donde publique, aunque, el papel, con su erótica de lo escaso, da lo que la abundancia de lo electrónico aún no proporciona.
Mientras, Crowe se queja a Helen Mirren, directora del periódico de pega, de que su ordenador tiene 15 años y que la blogger podría lanzar un misil con la tecnología que el periódico pone a su disposición. Ésta le contesta: no te quejes, es barata, no se queja y escribe un artículo detras del otro, no como tú. No sé porque me da que esto se dice mucho últimamente en las redacciones más selectas.
Y de fondo Halliburton (no se llama así, pero es Halliburton) privatizando la guerra y tomando EE. UU. desde dentro.
Escala popcorn: 7’5
Consejo de la tía Tormi: quedaos a los títulos de créditos finales si nunca habéis pisado una rotativa. Es igualica a la de El País.
Queja de la tía Tormi: No vuelvo a un cine de centro comercial por mucho que se estiren las piernas hasta la altura del sobaco. La gente entra pertrechada del Carreful con todo lo que cruje, huele y pringa, y claro, se cree que el cine es su salón comedor y comenta a todo volumen. Así no se puede, oiga.