Aunque llego ya un poquito tarde para esa pagana costumbre de San Nicolás (es que me gusta más que Papá Noel y sus renos de pega), aún hay tiempo de pasar frío en el Cortylandia hasta el día en que lleguen sus majestades republicanas de Oriente Medio. ¿Para qué hay tiempo? Para daros la chapa con el rollo ese de lo bonica que es la vida por dos perrucas, lolailolalololailoaaaa.
En mi línea cebolleta os contaré una historia basada en hechos reales (los míos) y en una crisis real (la de después de la Expo y los Juegos Olímpicos de Barcelona. (Nota: las olimpiadas son muy perniciosas para la economía de un país que intenta sacar pecho. Miradnos a nosotros y mirad a los pobres chinos y su canto del cisne de este mes de agosto).
Era joven (yo), bella y muy bien pagá; volaba en primera y pasaba las horas en las salas vips; iba a helipuertos privados y me vestía de fiesta en Bruselas para ir a Londres de farra y cenar al día siguiente en Amsterdam. Mucho de glamú y mucho de creerme la reina del mambo. Vino la crisis y a mi me vino en toda la peineta. A mí, las crisis generales y personales me dan por limpiar armarios, así que tras dejarme la vida como la coronilla de un bonzo, me puse a ver que se podía hacer en Madrid por 0 pesetuquis. Y había mucho y bueno.
Y por primera vez en años disfruté de verdad de la vida.
Después de este momento ¡qué bello es vivir! os pienso endilgar unos bonitos momentos low cost, bajo la seccioncica Patatas A Lo Pobre o PALP Fiction. Experiencias para gente con hueco en los armarios y agujeros en los bolsillos.