Mucho se habla de que la aparición del «tsunami internet» en nuestras vidas ha hecho que los llamados medios tradicionales, todos ellos, se vuelvan obsoletos de golpe y ya sean incapaces de aportar algo (positivo). Según se dice, ahora es el usuario el que elige cuando, como y donde se informa. La ciudadanía toma las riendas.
Pero un dato incuestionable y que muchas veces se olvida es que la inmensa mayoría de esa información que se puede «consumir» en la red está elaborada por y para los medios tradicionales, los de toda la vida. Si no hubiera detrás una estructura clásica, el panorama informativo en internet se quedaría bastante yermo. Las agencias de noticias, periódicos, radios o televisiones elaboran la información para sus formatos nativos (los que actualmente les dan de comer) y, posteriormente, enriquecerla en internet.
La realidad es que hacer información cuesta dinero, mucho dinero y los ingresos que genera la red en concepto de publicidad todavía, y digo todavía, hacen que sea muy difícil producir contenidos a un medio nativo digital… aunque siempre hay honrosas excepciones.
Entonces, y leyendo lo que diariamente se lee en los monitores… ¿qué manía hay con matar a toda costa rotativas, emisoras o cadenas antes de tiempo? Las compañías que mejor sepan adaptarse sobrevivirán mientras que muchas otras caerán, como ha pasado toda la vida de Dios y seguirá pasando.
Pudiera ser que algunos de los que se desenvuelven en el mundo de la comunicación digital, y que por influencia generan opinión y eso que ahora llaman buzz, estuvieran encantados con la crisis de los medios de comunicación tradicionales -por mucho que lo disfracen-. Eso, mientras los internautas de a pie, aquellos que «sólo» navegan, juegan y se relacionan, verán como, informativamente hablando, internet, su internet, se empobrece.
Por cierto, mucha gente no quiere o no puede tener internet en la España del Siglo XXI…