Y encima nosotros echándole la culpa a todos esos probos ejecutivos que por unos míseros dólares se han dejado los cuernos intentando reflotar lo que unos ineptos y desleales empleaduchos despilfarraron.
Menos mal que El Roto, con su lucidez habitual, nos saca de nuestro error y nos muestra la realidad de las cosas.
Desde este humilde foro, propongo un acto de desagravio y una colecta popular para resarcir a estos denostados profesionales para que, una vez redimidos, ocupen el lugar que les corresponde: la puta cárcel.
Vía | El País
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