Tras el episodio I, que era ya para que me mandaran a casa a descansar, me llama el jefe para saber que había de lo suyo. Le digo, «pues podrías preguntar que tal estoy, porque Ana, un encanto, pero lo de la tarde, de pedir un aumento». «Bueno, del aumento ya hablaremos, que hay mucha crisis -¡coño con la crisis! pensé- pero rapidito a la redacción que te tienes que hacer la crítica de éso que me dices que has visto». «Pero ¿tú me escuchas cuando te hablo? ¡que no puedo contar nada hasta el 3 de octubre!». «3 de octubreeeee…., ya te estás metiendo en un cine a ver un estreno, que hay que hacer la crítica del domingo».
Lo que viene después, pues me lo ahorro. Y casi que me ahorraría también hacer la critica de Wanted si habéis visto Guardianes del Día, ya que comparten director y buena parte de su estética alcohólico-lisérgica. Como desde el viernes estoy en plan «Pollyanna, Wanted me ha parecido una película que da menos vergüencita que Gaurdianes … y que entretiene bastante más: no hay lesbianas ucranianas (lo siento chicos), aunque la Jolie sale desnuda toda tatuada (no sé si son los suyos o son prestados); tiene un guión normalito y previsible al que se sujeta sin muchas incongruencias, lo que se agradece si has sufrido el de Guardianes; sale Morgan Freeman que, por muy mal que lo haga, siempre está sobrio y decente; y la estética del telar binario es del mejor cine, a lo Ju Dou pero en blanco nuclear. El principio recuerda al Club de la Lucha, con sus mesas de Ikea y su canesú, aunque Wanted está muy lejos de ser tan buena.
El director sigue enganchado al vodka y a sus pasillos telescópicos, sus coches que se montan en sitios inverosímiles, sus camaras lentas y sus hermandades milenarias con misión.
En circunstancias normales os diría que la peli es de 7 en Popcorn, que no está mal. Bajo el influjo «two-legs» sólo puedo decir ¡viva la madre que los parió!

Ana, a.k.a. Raza Becaria, la única persona que no reside en un geriátrico a la que le gusta Imperio Argentina, se apiada de esta pobre gacetillera comprometida hasta el tuétano con el «mundo canapé» pero sin medio oficial que la ampare, y me invita al pase de prensa previo a San Sebastián de una distribuidora de «todo en pakistaní».
Dos películas, dos, nos tragamos el viernes como una jabatas, mientras curtidos críticos se desnucaban en el asiento, entraban en fase REM, o consultaban el móvil con la esperanza de que una catástrofe nuclear les permitiera huir sin quedar mal con la amable jefe de prensa que les había invitado.
Nos hemos comprometido a no revelar nada hasta el 3 de octubre que es el estreno, aunque me temo que el 18 de septiembre serán los periodistas pata negra que estén en San Sebastián los que os lo cuenten con entrevista a actores y directores incluidas.
Nosotras nos tragamos a palo seco, y yo con un rugido de estómago avergonzante, las dos películas (mañana y tarde) y os puedo adelantar que una de ellas ha sido, sin duda, una de mis peores experiencias cinematográficas. El viernes fue un antes y un después de la crítica de cine en Chiquiworld. Ya nunca más diré que una película es un coñazo, ya que esta palabra, como pasada por el acelerador de partículas que es esta película innombrable, gana una nueva dimensión que te adentra en la angustia existencial y el cabreo sobrehumano.
A la salida era tal el general estupor que se hizo un cineforum in itinere en el que unas comentaban «cómo se atreven a proyectar esto» y otros, mientras trotaban calle abajo nos contestaban «y, encima, le darán algo».
Por eso, amiguitos, desconfiad de los premios de los festivales como hago yo desde hace tiempo, ese tiempo en el que me harté de ser intensa y dejé las salas de versión original en las que te abroncan por sacar unas juanolas. Sólo me daban disgustos. Os confieso que, gracias a esta película secreta, soy una crítica nueva: pido perdón a todos a los que dañé diciendo que El Caballero Oscuro era una mierda ¡pedazo de obra maestra, hombre-por-dios!
NB: Gracias a esta cinta, junto con el índice Popcorn, se incorporará a las críticas el «Two-Legs» que indicará cuanto por encima del coñazo absoluto está la película en cuestión, ya que no preveo que ninguna pueda estar por debajo, es decir, ser más insoportable. Este índice es por gentileza de Raza Becaria, en una creación espontánea en medio del desahogo Gran Vía arriba.