Publicado por Tormento el 15 de junio de 2008

El último viaje del juez Feng

Espesura, pura y dura, no se me ocurre nada más que decir. No me salen ni gracietas ni chorradillas del aburrimiento que tengo encima. En el cine, por no haber, no había ni una Paqui decente de la que sacar punta.

El último viaje del juez Feng nos cuenta la vida de un tribunal del pueblo chino itinerante, que va por los pueblos coloristas del Yunnan profundo haciendo justicia bizarra en nombre del partido comunista. Ésto, que pillado por Berlanga hubiera dado mucho juego, lo engancha un director intenso y se convierte en un coñazo lentorro de proporciones supersónicas.

Lo diré cienes y cienes de veces y no me cansaré: una buena idea, una situación digna de contarse, como ésta de la justicia itinerante con burro y escudo portátil, no justifica por sí misma una película. El cine es otra cosa. A lo mejor lo que se cuenta en este viaje a la Alcarria china daba para un interesanísimo documental del National Geographic, para un reportaje en el EPS, o para una tesis doctoral jurídica, en la que se hablase de una justicia como la China en donde el derecho de defensa se lo pasan por el forro del cuello Mao. Pero como película es un soberano tostón.

Y una cosa advierto: te tiene que gustar mucho el cine, o venir de una familia como la mía en que a las mujeres se nos cae la casa encima, para darte el viaje, pagar 7 euros -y otros tantos por el combo palomitil- para ver estos pestiños. Entre el mal cine comercial americano y las películas de autor… malo, que nadie se extrañe de que la mula haga furor. No son los piratas los que se están cargando el cine: se lo están cargando los que hacen cine.

Al final quedaremos la Paqui, su amiga y yo misma petrificadas en un museo de ciencias naturales como ejemplo de lo que era una tarde de cine.

Me pido el Smithsonian, que suena regio.


1 comentario a “El último viaje del Juez Feng” Añade uno

Deja un comentario

    Prensa

    Radio

    Televisión

    Internacional

    Bitácoras

    Recursos