Yo es que a Al Pacino y Robert De Niro hace años que los huyo. Lo siento, pero desde que Al hizo de ciego hiper-sobre-actuado en «Esencia de mujer» y Bob de psicópata-no-hay-manera-de-que- te-mueras en «El cabo del miedo«, no puedo con ellos. Me da igual que a Al le dieran un oscar por la mencionada película, o que Bob haya hecho algo decente entre medias. Verles en el reparto y salir trotando en dirección contraria, todo es uno.
¿Cómo acabé, pues, soltando 7 euracos y el impuesto revolucionario palomitil en 88 minutos? Por culpa del jefe. Que si quiero ver una de acción que no me comprometa a nada, que si esta misma, que yo prefiero una japonesa en versión original, uf,uf, que me da mucha pereza, pues vale, pero pagas tú.
Y ahí estaba yo, viendo la variedad de peli de psicópata relojero que tanto se lleva ahora, con un Al con unos pelos cardados a lo Sara Montiel, un moreno zaplanil y unas chaquetas de hombreras locomía de las que te hacen balancín sobre los hombros de echarse a llorar por el tiempo malgastado. Y en esto:
– ¿No tendrás a mano un ibuprofeno?
– Hombre, a manoooooo … ¿qué te pasa?
– Me están empezando a doler las muelas como su p… madre.
– Bueno, espera..
Y ahí que levanto la chaqueta, me pongo en los piños la cinta del casco de la moto mientras dejo con el pie la caja de palomitas para encontrar el bolso.
– A ver, esto de aquí son los ansiolíticos, estooo, el anticelulítico de después de las comidas tampocooooo, el relajante muscular para desencajarme la mandíbula, esto tampoco es. Aquí está, el ibuprofeno.
Y mientras le daba la pastilla, mi colección de cachumbos de arreglo chapa-pintura empezaron a rodar por la sala. Así que mientras seguía la peli, yo me tiré cual foca en caída libre, a buscar mis barras de labios por debajo de los asientos, con tan mala fortuna que en la caída se habian desparramado las capuchas por un lado y las barras por el otro.
Cuando levanté la cabeza, estaba Al abroncando a su psicópata de guardia en un patético intento, a los Hombres de Paco, de sacarle de sus casillas. Y yo me pregunto, mientras vuelvo a bucear entre los asientos del cine, por qué este hombre es incapaz de hacer una película sin dar gritos. Y cuando resurjo de las aguas, le pillo corriendo con el pelo como una capota «Tony Genil» y a punto de que le dé un infarto.
En fin, ni me molesto en contaros quien es el malo, sobre todo porque al final de la película te importa un pito mayormente. Más, sobre todo, si has perdido el Yves Saint Laurent Rose Etincelle como me ocurrio a mí.
Un drama, pero de los gordos.
4 de mayo de 2008 a las 13:13
😀 , a mi no me conquista esta peli, no por Al, si no por que es otra mas que su titulo acaba en «minutos» como decia un amigo: ay! que pesadez ser yo.
Cuando terminas de pronunciar el nombre del lipstick ya te tienes que dar otra capita.
Besiños!.
4 de mayo de 2008 a las 14:22
A mi me pasa eso con De Niro y Scorsese, pero desde Taxi Driver, así que lo del Cabo del Miedo no me sorprende en absoluto. ¿Cuál es peor de las dos?
No me he atrevido con una anterior Mean Streets por no destruirme otro mito: Harvey Keitel.
De Scorsese me quedo con las de mafiosos y los musicales. Y lanzo una pregunta: ¿Cuál es su peor film? Para mí, sin duda, la de las Tentaciones de Cristo. Mucho peor –en mi opinión- que Taxi Driver o Cabo del Miedo.
8 de junio de 2008 a las 10:03
[…] en el feísmo relatado hice tiempo en la calle Preciados comprando el pintalabios que perdí en 88 minutos y viendo lo llena que estaba la calle de gente y lo vacío que estaba el Corte Inglés (crisis? […]