Los japoneses no tienen término medio. Si el inodoro tradicional japonés es un pequeño agujero en el suelo que te exige tener unas rodillas más musculadas que las de un levantador de pesas uzbeko para poder aliviarte en tu caminar por los pueblos más tradicionales de la isla, en las ciudades las cosas cambian.
Totalmente automatizados, los nuevos inodoros (todos ellos de la marca Toto) son más difíciles de manejar que un simulador de vuelo de la NASA. Disponen de todo tipo de botones con sus correspondientes chorritos, que a la que descuides y pulses el equivocado puede salir agua hasta para darte un masaje en la espalda. Tienen también, como si de un Mercedes se tratase, asiento calefactado para evitar que te destemples y «sube/baja tapas» automático. Por si fuera poco, un sistema musical se encarga de disimular nuestros propios «sonidos», evitando vergüenzas innecesarias.
La foto superior es el cuadro de mandos de uno de gama baja, el típico de hoteles y locales públicos, y aún así, como diría el anuncio, es toda una «experiencia para la piel». Certificado.