Si todas las grandes ciudades tienen su lumpen, en Barcelona el señor botiguer de bigote repeinado y puta de siempre conviven con el diseño y la modernidad glamourosa. O así al menos lo retrata Francisco González Ledesma en «Una novela de barrio«, novela noire que mantiene la atención y el interés a pesar de saber desde el principio quien es el asesino.
Los quasi-monólogos del policía Méndez con el dueño del Bar La Adelantada, regados con un licor ecológico capaz de desmontar el motor de un cuatro por cuatro, resumen de manera descarnada pero atinada la cantidad de tontería de esta sociedad nuestra, llena a partes iguales de ignorancia y horterez. Y que decir de las reuniones del delincuente Erasmus con el abogado Escolano, al que ya no le llega ni para estar al día con la cuota del Colegio de Abogados. Filosofía de la buena sobre la economía aplicada a la técnica delictiva.
Para mi ha sido uno de los antídotos menos caros de estas pasadas fiestas navideñas tan entrañables.