Hay gente a la que le ponen una alcachofa, vamos un micrófono, en la boca y se pierden. Incluso basta con que sepan que una cámara de televisión les está grabando para que cuenten con total desperpajo cosas que no les las confesarían ni a su mejor amigo.
Y si a todo eso le sumamos que los protagonistas tienen un alto concepto de sí mismo o que no están en perfectas condiciones el resultado puede ser realmente grotesco.
Ejemplo de ello es Ramón (en el video que abre esta entrada), un personaje realmente singular y atracador de bancos, que entre otras lindezas, recuerda los cinco derechos universales del hombre..
Por su parte, Jose Tojeiro cuenta con pelos y señales sus problemas con las prostitutas y el ColaCao. Por contra, éste otro, no tiene ninguna objeción con que su mujer le vea en la tele hablando de otras.
Y así, unos cuantos ejemplos más. El «mareado» que se pone chulo con la Guardia Civil y la «mareada» explicando como metaboliza el alcohol sus hormonas, un par de «niñas Tintín» haciendo exaltación de la amistad, la señora cabreada con su vecina o el traficante mediático, que no aparece en la tele, pero que se publicita muy bien…
Y todo por un minuto de gloria.