No me voy a andar con sutilezas. Tita Cervera me parece una hortera de bolera que irradia horterez en aquello que toca, como el Museo Thyssen-Bornemisza. Sólo hay que visitar la colección permanente y sufrir en silencio ese rosa salmón de las paredes que te deja en estado de shock, las pauperrimas cartelas y los montajes de las exposiciones temporales para atestiguarlo.
Siempre que voy a ver una temporal Chez Tita, salgo prometiéndome a mi misma que nunca más volveré, en un boicot absurdo que no la va a hacer pobre. Dudo mucho que echarme al hombro -a modo echarpe como ella hace– un realillo de cadenas en los árboles de la Castellana vaya a hacerla apartarse de las decisiones estéticas del museo. Pero debería.
El otro día de nuevo piqué y me fuí a ver las exposiciones de Estes y Van Gogh. Como somos un país de «dime donde hay que ir para ser fino que allí me planto pletórico de ignorancia» había tortas para ver la exposición de Van Gogh mientras que estábamos solas en la de Estes.
En el montaje de la exposición de Richard Estes, pintor hiperrealista del mismo movimiento pictórico que Chuck Close -del que hace poco hubo una retrospectiva en el Reina Sofía espectacular-, no se gastaron un duro pero tampoco estorbaron la obra: dos salas amplias, bien iluminadas, pintadas en blanco, que permitían ver las obras con la distancia adecuada y organizadas por temas que te permitían apreciar la evolución técnica del artista. Una exposición donde el centro es la obra y se luce.
Pero la exposición estrella, la de Van Gogh, ubicada en las salas especiales para las temporales, era muy Tita. Como siempre todo el montaje consiste en pintar las paredes de algún color (esta vez en azul oscuro que te comia la moral) sin modificar el reparto del espacio. Da igual que los cuadros sean grandes, pequeños, que necesiten distancia para verlos. Total, la gente va a pagar igual. Alguien debió pensar que era una buena idea hacer pases de 60 personas cada 15 minutos, con lo cual se consigue que, en la currutaquez de las salas se junten, al menos, tres turnos. 180 personas tiradas encima de los cuadros. Aunque intentes evitar la primera sala siempre te encontrarás con los del turno anterior, y cuando vuelvas para verla, te encuentras con los del turno siguiente.
Las cartelas dan detalles cursis que no te dicen nada sobre los últimos y febriles meses de vida de Van Gogh a los que se supone está dedicada la exposición, que, además, se ve mermada de espacio mientras se reservan dos salas grandes al final para la tienda de regalos y para poner un banco en el que la gente se siente después de tanto empujón.
En resumen, gente sudorosa, haciendo cola, compartiendo a cuello vuelto sus profundos comentarios con los restantes 179 más sus interlocutores al otro lado del móvil, junto con preciosos delantales de cocina con girasoles-made-van-gogh en la pechera a 40 euros.
Como me sugirieron a la salida que me quitara las frustraciones en el libro de reclamaciones, pues lo hago en el electrónico, que tengo muy mala letra. ¡Tita, paya, gástate algo en hacer un montaje deceeeeeente…!
14 de agosto de 2007 a las 10:04
Me encantó la exposición de Estes, y eso que no conocía al autor de nada (bendita ignorancia). Debo reconocer que la de Van Gogh también me decepcionó, aunque supongo que después de ver el museo de su fundación en Amsterdam, eso no es raro…
14 de agosto de 2007 a las 11:09
Van Gogh en el Todo a 100…
Excelente crónica de la exposición que el Museo Thyssen dedica a Van Gogh. La cuestión es ¿con el flujo de millones que generan los visitantes más las generosas aportaciones del erario público no se puede conseguir un poco de dignidad en una expo…
14 de agosto de 2007 a las 18:30
¡Hortera de bolera! Que hallazgo de expresión y que apropiada, ¿no? De todas maneras, me temo que para una parte del público todo lo que haga esta señora será una «expresión de buen gusto», del tipo de los anuncios de Ferrero Rocher.
-Oh, señora baronesa, con ese color fucsia tras los cuadros nos ha realmente conquistado.
14 de agosto de 2007 a las 19:55
Qué grande eres, Chiqui.
14 de agosto de 2007 a las 22:20
Carlos 😉
DonAire, en este caso la «monstrua» es Tormento, el «crack» de la temporada.
Estoy haciendo esfuerzos sobrehumanos para retenerla porque ya han venido varios blogs preguntando por su clausula de rescisión- Haremos lo que podamos.
Menos mal que siente los colores…
Un abrazo
15 de agosto de 2007 a las 2:48
Es curioso, yo de las poquitas veces que he tenido la oportunidad de ir a Madrid, lo que menos recuerdo es el museo thyssen, si recuerdo la cola, pero no lo que vi dentro y eso que me gusta fijarme y observar lo que tengo oportunidad de ver, solo recuerdo que era muy blanco (hace uff, un montoncillo)
Tambien me ha parecido genial lo que has comentado sobre:» echarme al hombro -a modo echarpe como ella hace- un realillo de cadenas en los árboles de la Castellana «-
la vi la vi, y pensé miala, miala, si en vez de parecer que es una protesta ella cree que va a los oscars!
en fin, que gratos los Tormi-moments!.
15 de agosto de 2007 a las 2:55
Ah, otra cosa, que no tiene nada que ver con el tema.
Que comprendo a DonAire, a mi al principio de llegar al Mundo-Chiqui, me pasaba igual, pensaba: Ahh entonces chiqui es Albert ,menudos viajes se pega,
Despues pense: ah entonces chiqui cuando hace protestas o criticas de cine es Tormento, claro, claro
Despues pense: si chiqui, era un chico, como tormento habla de si, como una chica.
Me hice unos lios!! y al final que sencillo era, que compartian.
DonAire, es que chiqui-World Son tres personas distintas y un solo Blog verdadero, sonn La santisima triniti! 🙂
15 de agosto de 2007 a las 10:51
REalmente los cuadros son una maravilla y por ese motivo no se ha molestado NADA. Unos grandes cuadros para un pobre montaje.
16 de agosto de 2007 a las 17:21
Eres grande Tormento!! Me quito el sombrero ante tus dos últimas crónicas!!
16 de agosto de 2007 a las 19:40
Alberto, lo bueno de ir a exposiciones, y por eso no mantengo mi boicot a Tita, es que acabas encontrando algo que te emociona. Eso sí, no siempre y cada vez menos, pero hay que perseverar. Me alegro de que te gustara Estes.
Hay cuadros magníficos en la exposición de Van Gogh, coincido con Carmen, pero lo más valioso de ésta es el contexto: Van Gogh pasa dos meses al salir del hospital en Auvers-sur-Oise, deprimido, pintando frenéticamente, se pega un tiro y muere a los dos días. Más allá de colgar estampitas me hubiera gustado que el comisiario de la exposición pusiera en su contexto los cuadros para salir de allí con algo aprendido. Como siempre en el Thyssen, no ha habido manera.
Carlos, creí que lo de «hortera de bolera» era de uso común. La verdad es que no se de dónde lo he sacado pero es la mar de útil. En cuanto al gusto de Tita, sólo hay que verla en directo para comprender el criterio estético del museo. Coincidí con ella en una inauguración, en la que todo el mundo le hacía una pelota imponente, y no pude ver los cuadros del impacto que me produjeron los labios Oscar Mayer que se había puesto y los pelos «arrecogidos» en una remoñeta que llevaba. No había visto nunca nada igual … corrijo, la Duquesa de Alba (aunque Tita se gasta bastante más en ropa y tiene bastante más pasta).
DonAire, baguette, me abrumáis!!!
Henry, tienes que volver!! Desde su inauguración ha sido un museo con muy poco gusto ¡Con la paxta que costó! El color de las paredes, si no recuerdo mal, fue una imposición de Tita (creo que a Moneo le horrorizaba).
Y lo del encadenamiento fue una risa, mandaría al chofer a una ferretería a por unos metros de cadena. Debió de pedir consejo a los de Green Peace, que son unos profesionales del encadenamiento, en vez hacer el ridi colgándose el cadenamen por encima y pegándose a un árbol para que le hiciesen la foto.
17 de agosto de 2007 a las 13:08
Tormento, yo también estuve una vez uno de esos saraos. Cuando el barón aún vivía, pero daba mucha penita verle. Y la verdad es que la Señora Baronesa parecía salida de un telefilm de los 80. Y, sí, era muy curioso de qué manera le hacían la pelota mientras se abalanzaban como hienas sobre los canapés.
2 de enero de 2009 a las 9:55
[…] en el Thyseen “borreguisa” (como se le llama en familia al Barón). Como prometí no volver a la Thyssen y me mantengo en mis trece, sólo veo la mitad de la exposición, la que dan gratis en la […]
9 de abril de 2012 a las 11:09
A mí lo que me subleva es que después de hacer el esfuerzo de venir desde el » Quinto Pino» a ver las exposiciones temporales su mitad se encuentre en Caja Madrid, y además te cobren la entrada por entero.¡Al menos podían cobrar una mitad en el museo y la otra en la Caja!¡Uno ya ha metido su coche en el parking tras esperar la correspiendete cola,coge el coche de nuevo y a otro parking, o déjalo donde está , toma un autobús o metro de nuevo y vuelve a por él, y paga todo el tiempo que has perdido en los traslados!