Me enamoré de Nicolas Cage en Hechizo de Luna, aquella película en la que una Cher preoperada enamoraba a un panadero italiano, manco, loco y con un momento camiseta Brando de los de no olvidar. Desde aquella remota época, con contadas excepciones, Cage no ha hecho otra cosa que echarme de su vida. En Next lo consigue hasta el sopor. Literalmente. Me quedé como un tronco.
La película comienza con un Nicolas con la cara de cartón piedra y el pelo de una muñeca antigua paseando el palmito por Las Vegas, como ya hiciera en la excelente Leaving Las Vegas y en el tostón Snake Eyes. Con un director que vivió mejores tiempos (Lee Tamahori) y un relato de Philip K. Dick (Blade Runner, Minority Report) la película parte de una premisa que incumple sistemáticamente: el prota puede ver lo que va a ocurrir en los dos minutos siguientes. Así que el segundo problema de la película no son las operaciones de estética de mi Nick si no un guión que no se sostiene. Unas veces es capaz de ver el futuro de lo que pasa en un sitio en donde no está y otras con irse a afeitar a la habitación de al lado el tío se queda sin cobertura.
Si a esto le añadimos una bomba atómica que va a ser estallada por unos franceses copiando en clase pobre la excelente serie 24, ya la cosa es que no tiene un pase. Y entonces zzzzzzzzzzz. Secuestran a la novia con chaleco explosivo zzzzzzzzzzz. La encuentran en una nave industrial llena de tuberías, como siempre, pegan tiros y zzzzzzzzzzzzz. Cage se desdobla y requetedobla, se mata, pero no es él, es su requetedoble zzzzzzzzzzzzzzzz. Salvan a la novia, pero ¿donde está la bomba? zzzzzzzzzzzzzzz. Bueno, por fin consigo controlar el sueño y entonces ¡¡boom!!! Pero ¡era todo una visión porque el amor y el folleteo le aumentan los poderes! Que bien, pienso, no me he perdido tanto. Fundido en negro. Títulos de crédito. La indignación se ve compensada con la mejor siesta que me he pegado en los últimos quinquenios.
Nicolas, con lo que tú y yo hemos sido, pa lo que hemos quedao.