Doe Vida. “Con la donación de órganos, la vida continua”. Agencia Talent, Brasil.
Vía | ChiquiAds 🙂
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No hace mucho tiempo, cuando en la televisión emitían una película o serie no apta para menores, aparecian dos bonitos rombos en la parte superior izquierda de la pantalla. Para aquellos, no como yo, que no habían nacido bajo esa dictadura, decirles que se trataba de clasificar los contenidos televisivos por edades. Así, que un programa tuviera un solo rombo era algo así como para menores, pero acompañados… Dos rombos significaba irte a tu cuarto antes de tiempo, quisieras o no.
Y no había que hacer muchos esfuerzos para ganarse esta consideración. Un escote, unas piernas femeninas -enseñar más era imposible-, la más mínima violencia o cualquier pequeño desliz en el lenguaje, las convertía en malditas para los más pequeños. Un ejemplo de lo estricta que era esa la clasificación es que la inocente serie «Los ángeles de Charlie» (la original) pertenecía a esa categoría.
Cuando aparecían esos dichosos polígonos era el momento en el que desde el otro lado del sofá se oía la voz de uno de tus padres: ¡A la cama! Normalmente, entre que te quejabas y remoloneabas haciendo como que te levantabas pero no, se podía aguantar otros cinco o diez minutitos más. Al segundo grito, no había más remedio que enfilar para la cama.
El único día que podías estar hasta las «tantas» viendo la tele era los viernes, que ponían el Un, dos, tres… aunque alguna que otra película he visto furtivamente apoyado en el quicio de la puerta del salón. Por cierto, ¿alguien se acuerda de una serie inglesa de miedo que se llamaba «Tensión»? Impresionante. Con ella sufría doblemente: por la serie en sí y porque no me pillaran.
Ahora, los rombos se han convertido en un código de colores. Aunque si por los contenidos fuera, casi hasta las noticias deportivas del telediario deberían llevar un bonito «peloto» rojo.
Mi madre que es fuente infinita de sabiduría, a excepción hecha de los móviles y los mandos a distancia, mantiene que en caso de catástrofe climática canicular como la de estos días, hay que acudir a los refugios de emergencia, a saber, el cine o el Corte Inglés.
Unidos otra vez cansancio y calor me metí en el cine con la sana intención de roncar de nuevo. Agua. Entré a ver «Vier Minuten» y me gustó.
«Cuatro minutos» es la otra película alemana de la temporada con un argumento que ya ha sido bastante sobado por los americanos. La diferencia, como todo, está en el tratamiento y el resultado: una funcionaria de prisiones pianista se empeña en continuar siendo la estricta alemana que se ha impuesto ser, haciendo que su vida gire alrededor de la música. Se empeña en dar clases de piano en la cárcel en donde encuentra a Jenny, un ser superdotado para el piano y la burricie.
Aquí, el director americano nos contaría una edulcorada historia de superación personal en la que, tras alguna recaída de la mala bestia, ésta acabaría ganando el concurso de piano, mientras la profesora carcelera, viuda pero decente, escribiría sus memorias y con los derechos para el cine montaría la Filarmónica de Berlín en el patio de la cárcel.
Así que me alegré mucho de que el director fuera alemán y no quisiese rodar Sister Act, si no una película en la que la música de piano, la herencia nazi, el amor lésbico (y no entre la presa y la carcelera, que habría sido demasiado previsible) y la imperfección de los genios lo es todo. No es tan buena como La vida de los otros, pero es la mar de recomendable.
Si no que se lo pregunten a las marujas que tenía delante que no se dieron cuenta de que se había desplazado el foco hacia arriba y veíamos medio telón negro y a la pianista sin cabeza. Cuando me percaté de que ni los del cine ni los espectadores iban a hacer nada al respecto, salí, pedí que lo arreglaran y que echaran cinco minutos atrás la película. Cuando encendieron la luz para arreglar el desaguisado y rebobinar, una de ellas dijo «¿pero qué pasa? ¿por qué encienden la luz con lo bonita que era la película?». Talmente como Sarita Montiel.
Enchufes multifunción
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Carrito «Star Wars»
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Gafas anti-paparazzi
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Dardos vía USB
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Antes de meternos en harina deciros que la información que sigue a continuación es del año 2000, hace siete años y con toda seguridad alguna parte puede ser algo diferente, además han habido cambios políticos que seguramente hacen bastante más complicado el viaje para un occidental.
Nuestro viaje se inició varios meses antes con los trámites burocráticos. Por cierto, hay que evitar que el pasaporte tenga visas de Israel. Para obtener el visado de entrada es necesario varias fotografías y las mujeres se las deberán hacer con la cabeza cubierta por un pañuelo, aunque no es necesario que sea negro. Hay que llevar la documentación a la Embajada de la República Islámica de Irán en Madrid. Nosotros la enviamos por mensajero y la recogimos por el mismo sistema. No es un trámite muy largo, pero os aconsejo realizarlo con tiempo para evitar sorpresas de último momento.
La indumentaria es uno de los puntos más complicados, especialmente para las mujeres. Los hombres ya no vamos de vacaciones con corbata, una prenda no utilizada en Irán. Para las mujeres lo mejor es ponerse un vestido negro sin mangas, que la falda sobrepase la rodilla, por debajo del vestido unos pantalones y la cabeza cubierta con un pañuelo…
En 2000, aceptaban las tarjetas Visa y MasterCard, pero no American Express. Se pueden utilizar en tiendas y en hoteles. También es bueno que llevéis euros en efectivo para evitaros algún día de aquellos que nadie ha cambiado y no te aceptan tarjetas.
Es un país seguro, a pesar que vivimos de cerca alguna mala experiencia. La gente es amable aunque intenta no relacionarse mucho con el viajero, a excepción de los vendedores de las tiendas. Te sientes observado más de lo deseado y, aunque no se ve el control, intuyo que saben que haces, a dónde vas y con quién hablas. Como nos gusta ir por nuestra cuenta y sin control estricto, le solicitamos a nuestra guía en Isfahan poder pasear por la ciudad solos y cuando regresamos al hotel la policía se había puesto en contacto con ella para recriminarle y advertirla que si ocurría otra vez le retiraban el carné de guía turístico.
La Guerra Irán-Irak (1980-1988) dejó más de 500.000 muertos solamente en Irán, y por ello detectas que hay una franja de edad con muchos menos hombres que mujeres. Irán es un país joven en el que más del 60% de la población tiene menos de 40 años.
Dicho esto y a pesar de todos los inconvenientes, que los hay, Irán es un país que hay que visitar.
Llegamos al aeropuerto de París Orly para realizar el enlace con el vuelo de Iran Air que nos debía llevar a Teherán. En la sala de espera nos encontramos con las primeras contradicciones. La mayoría eran familias iraníes de clase acomodada residentes en Francia que iban a pasar las navidades a su país de origen. Ninguna mujer llevaba el chador y la mayoría no llevaban la cabeza cubierta. Antes de aterrizar en Teherán todas las mujeres se cubrieron la cabeza con pañuelos. Supongo que hoy en día las cosas han cambiado a peor. Nosotros estuvimos en Irán en la época del presidente Khatami, un hombre que tenía una vocación más aperturista y que la juventud del país valoraba positivamente, o esto era lo que creímos.
A nuestra llegada al aeropuerto de Teherán nos vino a recoger nuestra guía, una mujer joven, menuda, que hablaba perfectamente español.
Tras instalarnos, visitamos el Museo de la Cerámica y del Vidrio, el Museo Saad Abad, el espectacular Museo Nacional de las Joyas y finalmente el Museo del Palacio donde vivió el último Sha. Impresionantes los inmensos salones y las botas de bronce, de tamaño descomunal que uno se encuentra a la entrada del palacio y que correspondían a una escultura gigante del Sha Mohammad Reza Pahlevi que lamentablemente la revolución Islámica destruyó.
Teherán está situada al pie de las montañas Alborz y por muchas calles baja el agua por canales.
Al día siguiente salimos en avión hacia Shiraz para visitar Persépolis, ciudad construida por Darío I en el año 512 a.c. y primera capital del Imperio Persa. El lugar es como un horno y hace un calor insoportable. Seguimos viaje por el desierto hasta Naghsh-e-Rostam, dónde encontramos las tumbas excavadas en la roca de Dario I, Darío II y Xerxes I. Antes de regresar al hotel nos tomamos, en una casa de té excavada en la roca, un refrescante chai (té). En Shiraz hay que hacer una parada obligada en la ciudadela de Karim Khan.
Continuará…
Mi gururesa de cabecera en temas taurinos, Rosa, me propone una tarde de toros en Ávila. Yo en esto del viaje y la organización de eventos tengo dos posiciones: la de organizadora-GPS-empollona que todo se lo sabe, o la de cesto alelado y canturreante que va encantada donde la lleven.
En el caso de autos, iba en la posición número dos. A las diez y media, «allí estaré», «es que hay que llegar a la conferencia de prensa que viene Sanchez-Dragó«, «a pos bueno», «pos vale», «pos d’acuerdo», «pues la-la-la que buenas las madres redentoras que nos llevan de excursión», «hay que pasar a por Moeh y por Carmen», «me meo toa pero no pares, que cada vez que quedo contigo siempre estoy igual», indasec parriba indasec pabajo como el día del Orgullo. Y así hasta que llegamos a Ávila, concretamente al Convento de San Francisco. Era la hora del vermú y tocaba escuchar a unos intelectuales intelectualizar sobre los toros. Aquí ya debería de haberme enterado de que repetía «Orgullo» con Rosa, pero esta vez de ser taurino. Pero la verdad es que en mi posición cesto aceporrado me senté a escuchar aquello como la niña disciplinada de colegio de monjas que nunca dejé de ser.
Y allí que me aparece Boadella y allí que me saca las tablas de la ley en formato estampita con la intención y el consecuente acto de enchufarnos su decálogo de amor taurino. Me entra una duda: ¿será posible un país que no se divida entre los intensos y el Koala? Mi duda fue contestada de inmediato. Llega tarde un provinciano pijo con esposa teñidita que coloca su tonsurado torrado justo en mi linea de disparo. Pensará que nos hemos sentado al tresbolillo para dejarle el sitio a él y que nos bloquee la visión a placer. Mientras Boadella hace la bromita fácil de los antitaurinos. El provinciano se troncha.
En esto, llega el filósofo imprescindible en cualquier mesa de debate, un tal Víctor Gómez-Pin. Debe ser que Sádaba tenía la agenda ocupada. Parece ser un erudito de lo taurino y, no sabemos muy bien cómo, se pone a hablar de los castrati. Que mal ejemplo, pienso, hablar de cojones cortados en aras del arte en una conferencia pro-taurina. Pero ahí no queda la cosa y empieza el festival de citas y autobombo: que si Marcel Proust, que si cita a Céline en un francés pronunciado con acento getafeño, que si Wozzeck en París, que si Ordoñez no-sé-qué mientras glosa las fondas y critica la deconstrucción. Tras una disgresión irreproducible, deja claro vía anécdota que habla inglés.
Desde la llegada de la edición de video digital a nuestras vidas, ya no se sabe a ciencia cierta si lo que estamos viendo es verdad o tan solo un sofisticado montaje hecho por profesionales para vendernos un producto o promocionar determinado personaje.
El mundo del deporte y fundamentalmente el fútbol se ha aprovechado de ello para conseguir impactantes mensajes publicitarios. Ver a jugadores aficionados o grandes deportistas hacer cosas tan, tan increibles que realmente son imposibles (aunque Adidas diga lo contrario) ya está a la orden del día. Y si no, unos cuantos ejemplos…
Como el de LeBron James, que aunque estuviera toda la vida intentándolo, nunca conseguiría hacer esto…
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Y algunos más…
Ronaldo | Ronaldinho | Rooney | Andy Roddick | Nastia Liukin | Gimnasta
Aunque algunas, menos mal, sí siguen siendo reales.
Balonmano en Noruega | Beisbol en Japón | Butragueño | Jordan
[Rosa J.C.]
Me vais a tener que perdonar. Llevo más de un año dándole a la tecla por aquí y todavía no os había presentado a este terremoto 2.0. Aunque la mayoría ya la conozcáis sobradamente, me gustaría que quien todavía no lo haya hecho se «atreva» a hacerlo.
Se trata de Rosa J.C., Petezin para los amigos. Ella encarna el verdadero espíritu de la blogosfera hispana. Evangeliza, se compromete, ayuda, se moja… No menos de un centenar de blogueros, entre los que me incluyo, han nacido y crecido a partir de sus sabias enseñanzas.
En su faceta profesional, es una periodista verdaderamente multimedia que fregao que se entera, fregao en que se mete. Ya está revolucionando La Comunidad, y dentro de poco el país entero.
Además es una persona estupendísima y encima es mi amiga, ¡ea!
Web personal | Rosa J.C.
Web profesional | La Comunidad
Otros proyectos | Periodismociudadno.com
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Me enamoré de Nicolas Cage en Hechizo de Luna, aquella película en la que una Cher preoperada enamoraba a un panadero italiano, manco, loco y con un momento camiseta Brando de los de no olvidar. Desde aquella remota época, con contadas excepciones, Cage no ha hecho otra cosa que echarme de su vida. En Next lo consigue hasta el sopor. Literalmente. Me quedé como un tronco.
La película comienza con un Nicolas con la cara de cartón piedra y el pelo de una muñeca antigua paseando el palmito por Las Vegas, como ya hiciera en la excelente Leaving Las Vegas y en el tostón Snake Eyes. Con un director que vivió mejores tiempos (Lee Tamahori) y un relato de Philip K. Dick (Blade Runner, Minority Report) la película parte de una premisa que incumple sistemáticamente: el prota puede ver lo que va a ocurrir en los dos minutos siguientes. Así que el segundo problema de la película no son las operaciones de estética de mi Nick si no un guión que no se sostiene. Unas veces es capaz de ver el futuro de lo que pasa en un sitio en donde no está y otras con irse a afeitar a la habitación de al lado el tío se queda sin cobertura.
Si a esto le añadimos una bomba atómica que va a ser estallada por unos franceses copiando en clase pobre la excelente serie 24, ya la cosa es que no tiene un pase. Y entonces zzzzzzzzzzz. Secuestran a la novia con chaleco explosivo zzzzzzzzzzz. La encuentran en una nave industrial llena de tuberías, como siempre, pegan tiros y zzzzzzzzzzzzz. Cage se desdobla y requetedobla, se mata, pero no es él, es su requetedoble zzzzzzzzzzzzzzzz. Salvan a la novia, pero ¿donde está la bomba? zzzzzzzzzzzzzzz. Bueno, por fin consigo controlar el sueño y entonces ¡¡boom!!! Pero ¡era todo una visión porque el amor y el folleteo le aumentan los poderes! Que bien, pienso, no me he perdido tanto. Fundido en negro. Títulos de crédito. La indignación se ve compensada con la mejor siesta que me he pegado en los últimos quinquenios.
Nicolas, con lo que tú y yo hemos sido, pa lo que hemos quedao.