CHEMA LAPUENTE es periodista, director y presentador del programa de la Cadena SER «Ser digital»
¿A quien le interesa la tecnología?
En el último disco de Madonna (Hung up) la megaestrella del pop entra en un salón de esos que se usan para dar clases de baile. Lleva un enorme estéreo encima. Sí, hombre, uno de esos que suelen llevar los raperos americanos por la calle. Madonna coloca el estéreo en el suelo, empieza a sonar la música y se pone a bailar y a cantar. El vídeo está servido. Pero en esta puesta en escena, el enorme estéreo interesa sólo y exclusivamente porque tiene unas luces intermitentes escandalosamente llamativas y porque suena con la potencia suficiente para que la cantante cuarentona (pero bien conservada) se ponga a pegar saltitos.
A nadie le importa la tecnología que usa el equipo. Si funciona con cintas de casete, con SuperAudioCD o con un single de vinilo con el más puro sonido analógico. Lo único que importa es que tiene un aspecto imponente (el equipo, claro) y que, cuando Madonna aprieta el botón, la máquina cumple con su función al instante.
Y lo del aspecto imponente no es cosa banal, porque, aprovechando lo pintón del equipo, Madonna, en una escena del vídeo, se pone a montarlo como si fuera un toro indómito en un rodeo del Medio-Oeste americano. La cantante, en pleno paroxismo musical y al estilo de Fiebre del sábado-noche se coloca el estéreo entre las piernas y se contonea de forma sugerente. Una escena a medio camino entre el baile discotequero de una gogó afroamericana y el ritual de apareamiento de una cowgirl a punto de copular en una cama de agua. Otro buen uso de la tecnología (sin lugar a dudas).
Y yo me pregunto… ¿Para esto sirve la tecnología? Y me contesta mi propio sentido común: exactamente para eso. Salvo a unos cuantos ingenieros electrónicos y otros tantos periodistas retroalimentados como yo, a nadie le interesa la tecnología si no es para usarla y para disfrutarla.
Lo que realmente nos interesa a todos los humanos son las ventajas que nos proporciona la tecnología. ¿Para que quiero un ordenador con procesador “Dual Core”, varios Gigas de memoria RAM, un sistema operativo de 64 bits y un disco duro Serial ATA de un TeraByte? Un pedazo de animal informático como éste, sólo tiene sentido cuando lo usamos para guardar nuestra música, nuestras fotos y nuestras películas. Es útil si nos permite editar rápidamente y sin problemas el último vídeo familiar. Y tiene interés para nosotros cuando sirve, por ejemplo, para hacer llamadas por Internet o para grabar un programa de TV.
Pero hay dos puntos más que nos interesa a la hora de elegir un equipo tecnológico: Buscamos algo fácil y que sea bonito.
Ya lo decía la conocida dirigente socialista Trinidad Jiménez: “Me gustan las agendas electrónicas. Son muy pequeñas, pero nos permiten hacer muchas cosas. Lo que no entiendo es porqué, siendo tan pequeñas, llevan un libro de instrucciones tan grande”. La realidad es que vivimos en la prehistoria de la tecnología. Los humanos hemos conseguido concentrar cientos de funciones en pequeños equipos electrónicos. Lo que todavía no hemos conseguido es que estos equipos aprendan a entendernos. Somos nosotros los que tenemos que estudiar su sistema de funcionamiento a través de interminables libros de instrucciones.
En cuanto a la belleza exterior de los equipos es algo que han aprendido muy bien los chicos de Apple. Incluso, se podría decir que son los auténticos inventores del equipo de diseño. Y el iPod sólo es la punta del iceberg. El lanzamiento del iMac (Apple) rompió moldes en el mercado informático el año 1998. Por primera vez, un ordenador combinaba la funcionalidad con la estética apostando por las formas redondeadas y los materiales transparentes. Entonces, el éxito de esta máquina renovó las expectativas de Apple; pero, sobre todo, sacudió definitivamente el mercado informático añadiendo a los conceptos de potencia y capacidad, el de diseño. Desde entonces, los fabricantes de ordenadores compatibles han aprendido la lección y ahora construyen equipos potentes por dentro y atractivos por fuera. Y, siguiendo la estela de los ordenadores han ido el resto de los equipos electrónicos. Unos equipos que, hoy, sólo interesan cuando también seducen.
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PD. Chiqui, te has metido en una aventura que requiere mucha energía, mucha capacidad, muchos conocimientos y constancia. Menos mal que de todo eso tienes para dar y tomar.